Para cuando terminó la cena y todas las preguntas estaban fuera del camino, nos paramos en la puerta para despedirnos de los padres de YoonGi. Por ahora. Aparentemente, querían conocerme porque Yeji dijo que podía ver cosas buenas para YoonGi y para mí. Demonios, mi pecho se hinchó por el comentario porque parecía que ella aceptaba que estaba con su hijo.
Holy los conducía a la casa de su tía. Ya había movido mi motocicleta y después de que Yeji dio abrazos y apretones de mano de Jomei, estaban en el auto esperando a Holy.
—Me dirijo al complejo después, —dijo.
Acurruqué a YoonGi a mi lado con un brazo alrededor de sus hombros.
—Si no pudieras hablar de esto con los hermanos, sería apreciado. Lo mencionaré en la próxima iglesia.
Nos miró justo cuando YoonGi envolvió sus brazos alrededor de mi cintura. Él suspiró.
—Bien. —Se dirigió hacia el auto en el garaje. —Oh, y mantén tus partes desnudas en la habitación.
—Injusto, —llamó YoonGi. —Todavía tengo pesadillas sobre ti haciendo mujeres sobre muebles.
Holy se echó a reír.—Buenos tiempos. Pero en serio, esta es mi casa. No jodas en la sala de estar o en la cocina.
—Ni siquiera hemos hecho eso, —soltó YoonGi y luego enterró su cabeza en mi pecho por vergüenza. Se perdió a Holy tropezando hacia adelante. Se dio la vuelta con los ojos muy abiertos y me miró.
—Santo cielo, realmente te importa, —dijo.
Asentí.
Me dio un saludo.
—Respeto, hermano. El respeto. —Tan pronto como desapareció en el garaje, guié a YoonGi de regreso a la casa y cerré la puerta detrás de nosotros.
—¿Quieres postre? —Pregunté, con una ceja arqueada. Adelgacé mis labios para evitar sonreír cuando YoonGi se sonrojó. —Cariño, estoy hablando de helado—. Lo jalé al sofá y me senté en él, maniobrándolo fácilmente sobre mi regazo porque era pequeño. Sin embargo, el tamaño adecuado para mí. —Recuerdo que alguien estaba comiendo del contenedor cuando entré en la casa.Él puso los ojos en blanco.
—Esa no fue una buena noche... Bueno, terminó siendo, pero cuando me viste, me sentía devastado porque estabas con una mujer.
—¿Devastado? —Pregunté.
—Completamente.
YoonGi se mordió el labio inferior cuando le pasé las manos por la cintura.
—Hmm, parece que tengo que compensarte.
Sacudió la cabeza.
—No, ya lo hiciste cuando me besaste esa noche.
—¿De verdad?Él asintió y lo tiré hacia adelante para que pudiera sentir mi erección. Jadeó y sonrió suavemente. Cuando se meció contra mí, gemí.
—Entonces me avisas si hay algo más que pueda hacer por ti, —le dije contra su cuello antes de morder allí.
—Oh... umh, estabas hablando sobre el postre antes.
Le pasé la lengua por el costado del cuello y chupé el lóbulo de la oreja. Una vez más, se meció contra mí, su respiración era errática.
—Lo estaba, —dije. —¿Has pensado en algo?
—S-Sí, —susurró, y mi polla se sacudió. Deslicé mis manos hacia arriba y debajo de su camiseta, pasando mis pulgares sobre y alrededor de sus pezones tensos.
—¿Qué es eso, bebé?
Él gimió y se derrumbó sobre mí otra vez. Agarré sus caderas para detenerlo, o me vendría en mis jeans. Cristo, el cuerpo de mi chico, sus palabras, su voz, todo sobre él me volvió loco.
—Yo... me encanta cuando me llamas así, —admitió. Cuando vi sus ojos vidriosos, supe que lo había hecho. Su cuerpo se relajó, el pulso en su cuello latía con fuerza. Me gustó dárselo, me gustó obtener alguna reacción de él.
—Bebé, —murmuré contra su cuello. Se balanceó, al menos lo intentó, pero yo lo tenía agarrado. —¿Qué postre buscas?
—Tú. Solo tú.
Jadeó cuando agarré su trasero y lo levanté mientras yo me levantaba. Se aferró a mí, besándome el cuello, la mandíbula y la mejilla mientras nos acompañaba por el pasillo hasta su habitación. Tan pronto como atravesamos la puerta, puse a YoonGi de pie y le quité la camiseta, tirándola al suelo. Me quité el chaleco mientras YoonGi desabrochaba ansiosamente el botón de mis jeans. Puse mi chaleco en el respaldo de la silla y me quité la camiseta, dejándola caer al suelo. YoonGi desabrochó mis jeans y luego trabajó por su cuenta.
Me incliné y capturé sus labios, ahuecando la parte posterior de su cabeza. Usando mi mano libre, empujé sus jeans por sus piernas. Lo sentí patearlos, y luego sus manos estaban en mi cintura, empujando mis jeans hacia abajo. Solo que se atascaron en mis botas.
—Joder, —le corté. Me aparté para quitarme las botas y luego arrojé mis jeans y bóxers con ellas. YoonGi se quitó los calcetines y volvimos a besarnos y tocarnos, donde quisiéramos.