Capítulo 12: Me enamoré

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Después de dejar a Josie en su casa, manejé directo hacia la cafetería de Jade para continuar con nuestra charla. Ella me invitó a su casa que quedaba cerca de allí, pues estaban por cerrar.

Nos quedamos conversando hasta pasadas las cinco de la mañana; teníamos mucho de que hablar, y algunas cosas que aclarar.

Cuando llegué a mi casa, me fui directamente a dormir; de todos modos ya había adelantado parte de mi trabajo, así que era posible que Leigh no me necesitara en todo el día, o al menos eso esperaba.

Me desperté toda desorientada unas horas después y me metí a bañar.

No tenia pensado ir donde Josie de nuevo, porque no quería verme obsesiva; debía dejarle espacio, y yo también necesitaba el mío.

Llegué a la cocina y me preparé café; no tenia hambre, porque Jade había compartido un platillo en la madrugada conmigo en su casa. Solo me senté en el pequeño sofá con los pies sobre uno de los brazos de éste y me relajé viendo la televisión.

El teléfono sonó y yo solté un gruñido al aire.

—espero que sea una emergencia, Lizzie. Después de todo jamás me llamas. —me quejé sin quitar mi atención a la televisión.

¿ya sabes de la cena que van a hacer por el cumpleaños de Jeremiah?

—si, Lizzie, lo sé. Mamá me llamó anoche para decírmelo, ¿por qué? ¿piensas ir?

obvio no, sabes que no puedo salir de aquí. —bufó.

Reí.

—lo sé. Entonces, ¿por qué llamas?

La escuché como se aclaraba la garganta.

—necesito que me hagas un favor.

—habla de una vez.

Suspiró del otro lado de la línea.

quiero que le lleves algo a mi mamá, de parte de Leigh.

Aparté el teléfono de mi oreja viéndolo confundida como si ella pudiera verme.

—¿por qué no va y se lo entrega ella misma?

La escuché carraspear.

no puede ir.

—claro que si, esta semana no hay mucho trabajo que hacer; la mayoría está trabajando en la imprenta, o sea que ya todo está revisado, ella no tiene nada qué hacer; aunque si tuviera que dar alguna dirección, lo haría fácilmente por medio de un correo. —expliqué.

Casi pude verla rodar los ojos cuando bufó.

—además, podemos irnos juntas; no hay problema. —le dije restándole importancia mientras volvía mi atención a la película en la tele.

—¡jamás! —ella gritó tan fuerte que casi tiré el celular al piso.

—Jesús, Lizzie, no grites. —espeté. —¿por qué dices que no puede ir? el trabajo no la detiene como a ti.

Suspiró.

solo no puede, ¿ok? Ahora, volviendo a lo importante, ¿vas a hacerlo o no?

Esta vez fue mi turno de suspirar.

—obvio. Pasaré por tu casa antes de irme.

gracias, Hope. —y colgó.

Miré la pantalla donde figuraba su nombre todavía y negué lentamente.

—¿Qué le pasa?

Antes de dejar el teléfono en su lugar, me detuve a ver el número de Josie.

Pasé mi dedo pulgar sobre su nombre con cariño, pero accidentalmente se inició una llamada.

Mi luna de medianoche ~ HOSIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora