Capítulo 14: ¿Celos?

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OMNISCIENTE

***

El día que Hope viajó a casa de sus padres.

El destello de la tenue luz del sol en sus párpados, la despertó. Un gruñido de protesta salió de los labios de la chica, cuyo cuerpo estaba parcialmente cubierto por blanquecinas sábanas. Sin abrir sus ojos, giró su cuerpo hacia el lado contrario y tanteó con su mano el colchón, buscando algo, o más bien a alguien, que no encontró.

Soltó un gruñido de frustración al darse cuenta de que había vuelto a suceder, como cada mañana desde el día que despertó junto a Hope; abrazada a ella, en realidad. Y es que, cada mañana al despertar deseaba abrazarse al cálido cuerpo de la ojiazul y aferrarse a ella hasta sentir que era suficiente.

Se sentó en la cama y, con ojos adormilados, analizó su alrededor; todo parecía estar en su lugar, nada fuera de su sitio y eso no le agradaba en lo absoluto, pues significaba que estaba sola; como siempre.

Se levantó con pereza y se lavó la cara antes de salir hacia la cocina. Después de desayunar en silencio en la sala de estar, se quedó viendo al vacío. Cada mañana era monótona; hacia lo mismo una y otra vez. Incluso cuando vivió un tiempo con Henry se sentía en una rutina como un ciclo interminable. Todo con él se había vuelto repetitivo y, ahora que lo pensaba mejor, se había acostumbrado a él; a su compañia; pero no se había enamorado de él; eso lo sabía bastante bien, solo que se engañó a sí misma para pensar lo contrario.

Henry Edwards, "el hombre perfecto para todos", un tipo hermoso por fuera, pero podrido por dentro le hizo creer que solo él la vería; que solo él se preocuparía por su vida; que sólo él la amaría. Cuando lo conoció en una cena familiar, a la que su madre la obligó a ir antes de que su padre enfermara y todo explotara, no sabía en qué se metía al aceptar una cita con él. Su madre siempre quiso un yerno que tuviera un buen apellido y con el mayor de la familia Edwards, creyó haberlo conseguido. Apenas y había terminado la universidad cuando ya se habían mudado juntos y empezado una vida en pareja; todo al principio era felicidad para Josie, pues pensó que se había librado del estrés y los malos tratos por parte de sus padres, principalmente de su madre, pero no podría estar más equivocada.

Henry le había propuesto matrimonio solo dos días después de que se mudaron a la misma casa, eso la tomó por sorpresa pero no sospechó nada, pensando que el chico estaba realmente enamorado de ella; decidieron casarse dentro de dos años para darle tiempo de terminar su carrera de manejo de negocios en la universidad.

Cuando su padre enfermó, un año después de la propuesta, él quiso adelantar la boda, alegando que el señor Saltzman debía ver el casamiento de su hija mayor; cosa que no era más que un truco, que al final no le salió bien por un pequeño detalle que le daría un giro a las cosas; detalle que por cierto llenó de felicidad a Josie y a la vez, de tristeza y desequilibrio emocional.

Sus ojos empezaron a arder y sus labios soltaron varios sollozos en silencio. Después de tanta penumbra en su corazón, una pequeña luz se había encendido, abrazando su corazón con amor. Cuando se enteró de que estaba esperando un bebé, creyó jamás haberse sentido más emocionada y feliz. Desde siempre había deseado ser madre y poderle dar lo que ella jamás recibió; apoyo y amor.

Al enterarse, su madre le dijo que no sería capaz de cuidar a un hijo cuando ni siquiera podía cuidarse a si misma, lo que fue un golpe bastante duro para Josie. Sin embargo, no se dejó pisotear esta vez; no iba a permitir que una mujer como ella fuera a influenciar a su hijo cuando este naciera, así que ese mismo día se despidió de sus padres para no volverlos a ver hasta el funeral de Alaric.

La castaña salió de la sala de estar y entró a la habitación que mantenía cerrada todo el tiempo; esa a la que impidió que Hope entrara la otra vez. Miró las paredes lisas con imágenes de animales pegadas en ellas. Soltó un sollozo e inmediatamente se tapó la boca con su mano, no queriendo seguir llorando. Caminó hacia la pequeña cama junto a la cuna, que jamás fue usada, y se sentó. Palmeó suavemente la superficie del colchón, dibujando con su dedo índice sobre los estampados de gatitos y perritos de las sábanas.

Mi luna de medianoche ~ HOSIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora