𝐕.

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DON'T REGRET

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El sonido de los cubiertos chocando contra el plato y la comida, la música alegre y los murmullos de las conversaciones de los presentes en la cena de despedida, provocaban un dolor de cabeza a Lucerys.

Además, su migraña se intensificaba debido a que había estado bebiendo repetidamente el vino que tanto detestaba, pero que ahora empezaba a tolerar su sabor después de que Aegon lo obligara a beber en el burdel.

—Luke —susurró su madre en voz baja, tratando de no ser escuchada por los demás— Haz bebido demasiado, es suficiente.

—No es suficiente, madre —respondió Lucerys en un susurro, sin poder apartar la mirada del dueño del enredo de emociones y sentimientos que había logrado removerle las entrañas y el corazón a Luke desde, quizás, su infancia misma.

Todo por no haberle besado en la Calle de la Seda. Se sentía tan estúpido e inmaduro, pero no podía controlarlo.

Además, Aemond no lo miraba; de hecho, durante toda la cena, estuvo callado y tenso. Evitaba fijar la mirada en su sobrino y la dirigía hacia todos los demás presentes menos a él.

—Dije que es suficiente. Será mejor que vayas a tus aposentos a descansar. Si no, mañana no podrás volar y tendrás que viajar en barco hasta Dragonstone. Tú decides —ordenó Rhaenyra con firmeza, alzando incluso la voz para que su hijo recobrara el juicio. Aunque estaba más preocupada que enojada, Lucerys había estado actuando de manera extraña todo el día, como si estuviera ausente.

Los demás invitados continuaron con sus conversaciones sin escuchar el reproche de Rhaenyra a su hijo, excepto por una única persona en la mesa.

Luke suspiró con pesadez, sintiendo el peso del alcohol que había consumido. A pesar de su estado, era consciente de su posición y no tenía intención de crear ninguna escena. Volvió a levantar la vista, reprimiendo las ganas de bufar y finalmente se encontró con la mirada de Aemond. Un destello de venganza se reflejó en los ojos de Luke. Decidido, se puso de pie y se despidió de Rhaena, su prometida, con un beso en la mejilla. El gesto hizo que Rhaena se sonrojara y le dedicara una sonrisa, deseándole dulces sueños. Luke correspondió a su sonrisa y, antes de abandonar la habitación, lanzó una mirada furtiva a Aemond, quien pareció desestabilizarse por un momento, apartando la mirada y apretando los puños mientras dejaba sus brazos reposar sobre sus muslos.

El castaño sabía que las reacciones provocadas en su tío tenían un motivo: no era el único que estaba lleno de sentimientos encontrados luego de lo que ocurrió anoche.

La victoria llenó de satisfacción al joven Velaryon, aunque su embriaguez casi lo hizo tambalear justo antes de salir. No se había dado cuenta de lo mareado que estaba hasta que se levantó de la silla y caminó hacia la entrada. Afortunadamente, alguien lo sostuvo antes de que pudiera caer o sufrir algún accidente.

—Estoy bien, Jace. . . —murmuró, pensando que era su hermano quien lo sujetaba. Recibió un suspiro pesado, que sonaba casi como un gruñido en respuesta.

Luke sintió un agarre firme en su brazo y, al voltear la cabeza, se encontró con la fría y violácea mirada de Aemond. El asombro lo invadió mientras su tío lo sostenía con seguridad, ofreciéndole su apoyo.

Hasta podía escuchar sus reproches por ser tan tonto en su mente.

—Permítame llevar al príncipe Lucerys a sus aposentos, princesa. —dijo Aemond, dirigiéndose a Rhaenyra con una voz calmada pero distante— Mi padre desea pasar más tiempo con ustedes antes de su partida, es mejor que Jacaerys también se quede.

𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ― lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora