𝐗.

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SEE YOU AGAIN

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La llegada de los Targaryen a King's Landing fue un espectáculo majestuoso y a la vez amenazador, como si transportaran el lema de la casa Targaryen en sus dragones con toda su grandeza.

Rhaenyra llegó junto a Syrax, imponiendo su presencia en el cielo de la ciudad. Sorprendentemente, Daemon se unió a Verminthor, convirtiéndose en su segundo jinete después de entonar una canción en Alto Valyrio para la temible bestia. Caraxes volaba detrás de ellos, aún ligado a Daemon y obedeciendo sus órdenes. Jacaerys surcaba el cielo con Vermax, mientras Lucerys montaba a Arrax. Baela dominaba a Danzarina Lunar, y Rhaenys volaba junto a Meleys.

Rhaena viajaba en los barcos de Sir Corlys Velaryon, quien se había recuperado y estaba dispuesto a luchar y llevándose consigo a los hijos menores de Rhaenyra: Joffrey, Viserys y Aegon. Aunque todavía eran jóvenes y no habían aprendido a montar dragones, los huevos que compartieron en sus cunas habían eclosionado hace tiempo. Solo se esperaba que llegaran a la edad adecuada para comenzar a enseñarles a domar a estas poderosas criaturas.

Aegon, Helaena y Aemond vieron a los negros llegar a King's Landing desde el cielo, pero ninguno buscó a su madre para avisarle. Fue Sir Criston quien corrió desesperadamente hacia las faldas de su reina, pensando que la Fortaleza Roja se convertiría en un campo de batalla, y no dudó en querer protegerla.

Cuando Otto y Alicent salieron junto a los guardias, sintieron cómo el peso de sus errores y pecados podría consumirse en medio del fuego de Verminthor.

Aunque Verminthor no era más grande que Vhagar, era lo suficientemente poderoso como para enfrentarlo. Sin embargo, no cabía la posibilidad de que pudiera sobrevivir ante los siete dragones de los negros. En caso de darse una batalla, algún dragón moriría inevitablemente, pero Vhagar también estaría condenado a morir.

Aemond lo comprendió y no estaba dispuesto a sacrificar la vida de su dragón. No deseaba enfrentarse a los negros, pero sí a su madre, enfrentarla mas no causar su muerte ni abandonarla del todo. Tanto Aegon como Helaena estaban de acuerdo, de hecho, fueron los primeros en querer enfrentarla. Helaena, en particular, expresaba palabras que nadie comprendía del todo, como siempre, pero mencionaba que era imperativo evitar la danza que acabaría con la vida de todos.

Cuando Aemond llegó a King's Landing, Alicent y Otto se alegraron al recibir la noticia de que Lord Borros había aceptado el trato. Incluso celebraron la pelea entre Aemond y Lucerys, ya que era evidente el labio partido de Aemond, quien no pudo ocultarlo y decidió contarles lo sucedido, omitiendo la parte de la reconciliación apasionada entre ambos.

Alicent se sentía segura solo con el apoyo de algunas casas y de sus hijos. Sin embargo, esa sensación de seguridad se desvaneció por completo cuando avistó a los negros y sus bestias.

Cuando los dragones de Rhaenyra y Daemon descendieron, los demás sobrevolaban la Fortaleza Roja de forma amenazadora. Los rugidos de los dragones llenaban el cielo, especialmente Verminthor, quien rugía ferozmente hacia Alicent.

—Rhaenyra, ¿qué significa esto? —cuestionó Alicent con las manos temblorosas, luchando por mantener la compostura. Los caballeros que la acompañaban estaban igualmente alerta, al igual que todos los presentes, mientras Rhaenyra descendía de su dragón y se acercaba a su antigua amiga y madrastra.

—Princesa heredera, Rhaenyra Targaryen, futura reina de los Siete Reinos, aunque te cueste decirlo —gruñó Daemon.

Alicent guardó silencio, apretando la mandíbula.

𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ― lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora