𝐗𝐕.

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THE WOLF

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Cuando la fiesta llegó a su fin, Lucerys se encontraba más embriagado que nunca, superando incluso su estado durante aquella noche en la calle de la seda junto a Aegon. Nadie parecía haber notado la cantidad de alcohol que había consumido, excepto Rhaena, quien se sentía abandonada por su prometido desde hace mucho tiempo.

No era que Lucerys no quisiera a Rhaena. Habían crecido juntos y la adoraba, pero no la veía como una mujer o una posible pareja, sino como una hermana, sin más. Por otro lado, Rhaena estaba emocionada desde que se enteró del compromiso con Luke, ya que consideraba que su prometido era el joven más atractivo, amable y gentil que pudiera existir. Todos coincidían en ello, diciendo que Lady Rhaena había sido bendecida con Lucerys.

Sin embargo, ella dejó de sentirse bendecida desde que llegaron a King's Landing por primera vez. Lucerys comenzó a alejarse sin darse cuenta, porque estaba absorto en sus sentimientos por Aemond. Rhaena era plenamente consciente de ello, pero nunca se le ocurriría reprochárselo. Después de todo, su matrimonio fue un asunto político desde el principio, aunque para ambos fue un consuelo que fuera entre ellos y no con personas desconocidas. Rhaena sentía más por Lucerys de lo que él sentía por ella.

Pero aquella noche de la fiesta para Cregan Stark, había caído rendida a su destino, sobre todo cuando Aegon aprovechó la alegría de los reyes para robarse a su prometido, llevárselo a su lado y hacerlo beber hasta el cansancio. Aegon estaba ebrio y Helaena aburrida, su esposa no era el asunto más entretenido que tenía esa noche y por ello fue a por su sobrino más pequeño. Helaena prefirió despedirse de sus majestades e ir a descansar luego de arropar a sus hijos.

Poco después, Jacaerys y Cregan se unieron al grupo, siendo Lord Stark el que menos bebió. Desde que vio a Lucerys consumiendo todo lo que Aegon le ofrecía, Cregan encontró la manera de evitar las copas que le llenaban una y otra vez. Si todos estaban ebrios, no habría nadie para ayudar al príncipe heredero de Driftmark a llegar a sus aposentos de manera segura. Y esa sería definitivamente la responsabilidad de Cregan Stark.

El joven lobo del Norte no podía apartar la mirada de Lucerys. No es que prefiriera a los hombres, de hecho, nunca se le había pasado por la cabeza, pero la belleza de Luke era algo innegable. En su mente, lo catalogó como el príncipe de una belleza peligrosa. No importaban las preferencias, siempre había una posibilidad de caer rendido ante los encantos de Lucerys Velaryon.

Sin duda, era el hijo de la Delicia del Reino; Rhaenyra no había obtenido ese título en su juventud por casualidad. Lucerys, al ser su hijo, había heredado parte de su belleza, e incluso algunos decían que la superaba. Rhaenyra lo consideraba una bendición.

Quizás la sangre de Harwin Strong también tuvo algo que ver en ello.

De cualquier manera, cuando Lucerys llegó a su límite y el suelo comenzó a moverse frente a sus ojos, supo que había bebido suficiente y se prometió a sí mismo no hacerle caso a Aegon.

Cregan actuó rápidamente y sostuvo a Luke antes de que perdiera el equilibrio. Con una mirada, pidió permiso a Daemon para ayudar a Luke a llegar a sus aposentos, y el rey consorte asintió de inmediato. Mientras tanto, Rhaenyra regañaba a Aegon, su hermano, quien estaba completamente fuera de sí y no prestaba atención a lo que decían. Estaba tan ebrio que ni siquiera sabía dónde se encontraba, ni mucho menos fue consciente de la firmeza con la que Jacaerys lo sostenía para que dejara de pasar vergüenza frente a la reina.

𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ― lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora