𝐈𝐗.

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THE TRUTH

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La lluvia parecía haberse calmado, al igual que los corazones de Aemond y Lucerys mientras se separaban del beso que habían compartido después de una larga lucha física y mental que habían arrastrado durante años. Luke estaba ensimismado y completamente perdido, con un brillo en los ojos que Aemond nunca antes había visto en él.

Pasaron largos segundos en los que se quedaron mirándose, recordando la sensación de aquel beso. Aemond fue el primero en moverse, acercando su mano derecha al rostro de Luke, rozando sus nudillos por su mejilla sonrosada y su mentón. El castaño cerró los ojos, dejándose llevar por las caricias.

En ese momento, deseó olvidarse de sus obligaciones, rencores, responsabilidades, de su inevitable compromiso, de su madre y las rivalidades entre la familia de Luke y la suya por el Trono de Hierro. Pero sabían que tenían que regresar a la realidad.

Aunque en ese instante Aemond anhelaba sumergirse por completo en aquel amor prohibido, dejando atrás todas las cargas que los separaban, sabían que no podían ignorar las realidades que los rodeaban. La guerra se cernía sobre ellos, con las intrigas y luchas de poder entrelazadas en cada esquina de los Siete Reinos.

Aemond apartó su mano suavemente del rostro de Luke y exhaló un suspiro cargado de pesar. Ambos entendieron que aquellos breves momentos de intimidad no podrían sostenerse por mucho tiempo. Las circunstancias los obligaban a enfrentarse a sus destinos y responsabilidades, aunque eso significara sacrificar la unión entre ambos.

El cielo seguía nublado, reflejando la tormenta que había culminado y el eco del beso compartido resonaba en el aire. Aemond miró fijamente a Luke, transmitiéndole un mensaje silencioso de comprensión y determinación. Sabían que debían regresar a sus roles predeterminados, pero eso no significaba que su conexión desaparecería.

Aunque la incertidumbre atacaba a Lucerys, prefirió no cuestionarle nada ni agobiarlo, sabiendo lo difícil que había sido para Aemond tomar la decisión de seguirlo. Con diecinueve años y una vida llena de responsabilidades, a pesar de ser mayor, era conocido por su seriedad y la dificultad que tenía para expresar sus sentimientos. La confusión que aún sentía era evidente incluso después de haberlo besado con tanto fervor.

Aemond se apartó un poco de Lucerys, sin percatarse de que sus manos se habían unido y que Luke le acariciaba los dedos.

—Deberíamos irnos —murmuró Aemond, intentando romper el hechizo del momento.

Luke asintió, pero ninguno de los dos fue capaz de soltarse. Sus manos permanecieron entrelazadas, como una conexión tangible entre ellos que reflejaba la intensidad de lo que acababan de vivir.

—Tu madre va a matarme —comentó Aemond.

—Daemon va a matarte. —corrigió Luke, provocando una risa sonora en su tío. Era una pequeña distracción para aliviar la tensión que se había acumulado entre ellos.

Ninguno volvió a verse a los ojos, eran incapaces luego del momento que habían compartido.

Con un apretón de manos silencioso, se despidieron en silencio, dejando que el peso de las responsabilidades y las expectativas se interpusieran entre ellos. Sabían que, aunque separados, su historia aún estaba por escribirse, y el destino les reservaba encuentros futuros que desafiarían las normas y las expectativas impuestas sobre ambos. Era claramente evidente.

𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ― lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora