𝐕𝐈𝐈𝐈.

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CHAOS STORM

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Mientras Lucerys se dirigía junto a Arrax rumbo a Bastión de Tormentas, un cuervo llegó al maestre con un mensaje para Daemon de parte de Mysaria, el Gusano Blanco, con noticias que perturbarían la paz en todo Dragonstone.

Cuando el pergamino llegó a manos de Daemon, su rostro se descompuso por completo. Estuvo al borde de destrozar el papel de furia, pero se contuvo lo mejor que pudo y se dirigió rápidamente hacia su esposa, Rhaenyra. 

El príncipe ingresó a la sala a grandes y fuertes zancadas que resonaban mostrando su enojo contenido. Al ver la expresión de Daemon, su esposa ordenó que los dejaran solos.

Daemon le entregó el pergamino a Rhaenyra, quien al leerlo rápidamente, no pudo creer lo que estaba viendo. Tuvo que leerlo una segunda vez para cerciorarse mientras su rostro palidecía.

«Estimado príncipe Daemon:

Lamento ser portadora de noticias tan desalentadoras, pero considero mi deber informarle tanto las favorables como las desfavorables. En cuanto me enteré de ellas, me dispuse a escribirle esta carta.

La Fortaleza Roja, aunque construida con imponentes muros de piedra, parece al borde del colapso. Su Majestad el Rey ha estado enfermo durante varias semanas. Alicent Hightower y su padre mantienen a su moribundo hermano oculto en sus aposentos, permitiendo únicamente el acceso al maestre, quien a menudo lleva consigo la leche de amapola. La razón es evidente. Entiendo que ya ha sido informado sobre las reuniones secretas de la reina con otros lores para asegurar la coronación del príncipe Aegon, por lo que omitiré esa información y continuaré con la siguiente, quizás no tan agradable, para usted y la princesa Rhaenyra.

Han comenzado a circular rumores sobre los príncipes Aemond y Lucerys. Se dice que han sido vistos en Pozo Dragón en una situación comprometedora: compartiendo un beso apasionado. Lamento confirmar que dicho rumor es verídico, se confirmó cuando uno de mis informantes escuchó entre los pasadizos secretos a la reina reprochando aquel hecho a su hijo, el príncipe no negó el rumor, lo afirmó con su silencio.

Confío en que mi querido príncipe sabrá recompensar la fidelidad de su servidora, como siempre ha hecho.

Mis mejores deseos.

Gusano Blanco.»

Rhaenyra arrugó el pergamino y lo lanzó al fuego apenas terminó de leer el mensaje por segunda vez. Incrédula antes tales noticias.

—Lucerys no haría algo así —bramó Daemon apenas el papel se volvió cenizas— Mataré a ese hijo de puta por haber osado a tocar a nuestro cachorro ¿Cree que tiene derecho de ensuciarlo con sus asquerosas manos?

—Daemon, no puedes cometer una locura.

—¿Estás satisfecha de que ese tuerto haya osado tocar a Lucerys? —Daemon estalló, lanzando la copa de vino que descansaba sobre la mesa frente a su esposa. El estruendo resonó con fuerza y los guardias acudieron rápidamente, pensando que se trataba de un ataque— ¡Fuera! —ordenó Daemon, y Rhaenyra asintió para indicarles a los guardias que se retiraran después de una reverencia apresurada.

—No podemos actuar tan precipitadamente —la princesa luchaba por mantener su compostura característica mientras Daemon se dejaba llevar por una ira incontrolable.

𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ― lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora