𝐗𝐈𝐗.

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ANSWERS

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Se decía que los Targaryen estaban más cerca de los dioses que de los hombres.

Aemond dejó de pensar en eso en el momento en que descendió de Vhagar, siendo recibido por Lord Borros Baratheon y sus hijas. Entre ellas se encontró su prometida, aunque apenas recordaba cuál de las jóvenes había sido agraciada con el privilegio de convertirse en la esposa de un príncipe. En realidad, no le importaba en lo más mínimo.

Bastión de Tormentas solo conseguía hacerlo sentir miserable.

—Pensé que había olvidado su promesa, me alegra que no sea así —alardeó Lord Borros.

«¿Olvidar su promesa?»

Aemond la habría quebrantado si hubiera sido posible. Si su promesa fuera un simple pedazo de papel, no habría dudado en arrojarlo a las llamas del fuego hasta que desapareciera por completo.

Una de las «cuatro tormentas», apodo que recibían las hijas de Lord Borros, dio un paso al frente con una sonrisa que ya ni le cabía en el rostro.

Era ella, su prometida, Floris Baratheon. Era una muchacha hermosa, según todos, la más hermosa de las hijas de Lord Borros.

Y aún así, Aemond se permitió escudriñarla con la mirada. No se comparaba en lo absoluto con Lucerys, los ojos de la muchacha eran oscuros y apagados aunque una fina capa de pestañas rizadas embellecían su mirada, mientras que los de Lucerys parecían tener vida propia, con ese precioso brillo que esperaba nunca se apagara de sus pupilas. Floris no era alta, demasiado baja de hecho. Luke tenía la estatura perfecta para que Aemond pudiera inclinarse a besarlo sin dificultades, sus manos podían recaer en su cintura de manera genuina y natural.

El cabello de Floris era largo y oscuro, a Aemond antes le hubiera parecido atractivo encontrarse a una mujer de cabello largo, pero ahora le parecía un fastidio, prefería los rebeldes rizos castaños de Lucerys.

Simplemente lo prefería a él, de cualquier forma.

Un suspiro escapó de sus labios sin previo aviso, perdido en sus pensamientos sobre su Lucerys. Floris, ajena a los verdaderos sentimientos de Aemond, interpretó aquel suspiro como dirigido hacia ella.

Solo alguien muy ingenioso podría creer que un hombre como Aemond Targaryen podría enamorarse de cualquier persona. Mucho menos de una mujer a quien apenas había visto una vez, en una conversación trivial y poco interesante.

Lord Borros estaba decidido a celebrar la boda entre Aemond y su hija lo más pronto posible. Después de la larga ausencia del príncipe en Bastión de Tormentas, no podría permitirse perder la oportunidad de tener la sangre de los Targaryen en su familia. La idea de tener nietos con cabello platinado y ojos violeta, potencialmente jinetes de dragón, llenó su orgullo de un crecimiento exponencial.

Los preparativos se llevaron a cabo en tan solo unos pocos días, como si gran parte del proceso ya estuviera en marcha antes de la llegada de Aemond.

Finalmente, la boda entre Aemond Targaryen y Floris Baratheon se celebró en el Gran Salón de la fortaleza. El salón fue decorado con los emblemas de ambas casas, simbolizando su unión. Aegon y Helaena fueron los únicos asistentes por parte de la familia de Aemond, ya que Alicent y Otto no habían llegado a tiempo, pero enviaron sus alegrías y buenos deseos a la pareja recién casada. Aemond quemó la carta que contenía esos buenos deseos, completamente absorto en su rabia.

𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ― lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora