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Agustin aun podía sentir su corazón resonar en su pecho, Marcos había hecho de las suyas de nuevo, proclamando el asiento a su lado como suyo. Y lo peor era aquel sentimiento extraño que tenía en su estómago, ¿Por qué quería esa bestia sentarse con él?

Hace dos días, simplemente le había dicho que ya no deseaba verlo de nuevo o lo mataría, y ayer se había sentado a su lado, ¡Incluso le había susurrado al oído! Aún así, a pesar de todo creyó que no volvería a pasar, pero no, ahí estaba de nuevo, sólo que esta vez había obligado a Lorenzo, el chico amable que se había sentado a su lado, a ponerse de pie, y aparte de eso, había amenazado a todo el salón de no volver a sentarse ahí, nadie que no fuese él.

Agustín pensó que quizá estaba delirando, tal vez sólo le gustaba ese asiento, si.

Estuvo indagando en eso por un rato hasta que las clases finalizaron, Marcos no volvió a aparecer por el salón de clases, Agustin pensó que quizá lo habían expulsado por el inconveniente en el salón. Sin embargo, dejo el pensamiento de él alejado mientras se postulaba para un club de matemáticas, era gratis y ayudaba a subir las notas, así que entro. Al terminar salió del instituto para tomar un taxi a casa. Todo marchaba normal hasta que lo vio y sus manos temblaron.

Marcos miraba al frente, no lo había visto al parecer, él estaba recostado contra la pared mientras fumaba un cigarrillo, tenía entre sus manos aquellas vendas de boxeo. ¿Iría a alguna pelea? Agustín supo que lo veía mucho y saco la mirada rebuscando entre su bolso la Plata con el que pediría el taxi.

Cincuenta dólares de Lucila, y cincuenta dólares para entrar en las peleas ilegales, chau a su dinero para todo el mes. Ahora no tenía para irse a su casa. La plata aparte de esa ya lo había gastado en el taxi esta mañana, no recordaba que no tenía más.

—Genial— bufo. Eso le pasaba por tonto.

Cerro su bolso y se giró sobre sus talones sin mirar atrás para comenzar a caminar. Pero justo una calle después, de imprevisto una mano tomó con fuerza su hombro obligándolo a voltear y un golpe lo recibió con fuerza en su estómago sacándole todo el aire, debilitando de inmediato sus piernas. Cayó al suelo abrazando su torso adolorido con fuerza.

—Marica— soltó Alexis Quiroga mirándolo con una sonrisa de burla, a su lado estaban dos de sus compañeros de equipo.

Uno de ellos, era el pelirrojo, quien Agustin creía que era novio de Constanza, chica que no había ido al colegio hoy por cierto, le quitó el bolso echándolo a un pozo con agua sucia que había a unos cuantos metros. El labio inferior de Agustín tembló al momento que se alejaron de él, después de escupirlo a un centímetro de su cara.

Sollozo poniéndose de pie aún abrazando su estómago caminó hasta el pozo tomando su bolso empapado, lo abrió sacando sus libros. Los quería tanto, eran rosa pastel y con sticker de muchos colores, siempre había querido libros con muchos sticker, su papá se había esforzado para comprárselos y ahora, estaban arruinados; una lagrima traicionera bajó por su mejilla y abrazó los libros mojando un poco su suéter ahora sucio por el zapato de Alexis.

Miro a su alrededor buscando donde se habían ido, y pudo ver a Marcos de espaldas alejándose en la misma dirección.

¿Él lo había visto? ¿Había visto la humillación? Sabía que todos los que pasaban sí, y lo peor es que ninguno había hecho nada, ni siquiera Marcos. Ellos eran tres y Agustín sólo uno. No era justo.

Pero el de ojos verdes se lo había dicho antes "Aunque te revienten, yo no te voy a ayudar". Debía solucionar los problemas por si mismo, así que mañana a primera hora Agustin hablaría con el director. Esos chicos no se saldrían con la suya.

𝙼𝙰𝙻𝙳𝙸𝚃𝙾 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora