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«Horas antes»

Marcos miraba su vaso lleno de vodka mientras oía lo que los hombres en traje decían, parecían saber de lo que hablaban. Pasarían dos cargamentos de droga en una sola noche, pero se veían calmados, riendo entre ellos mientras desviaban el tema de vez en cuando, hablando sobre las mujeres en poca ropa que bailaban a unos metros sobre tubos.

Eran hombres jóvenes, pero con experiencia al igual que Cristian, todos estaban forrados en billetes, sin contar que comían caviar, al igual que fresas Arnaud, un postre que llevaba un diamante de 7.09 quilates color rosa. Todos eran socios de Cristian, y próximamente suyos, estaban en ese proceso.

El lugar en el que estaban era amplio, de tapizados color vino, asientos de cuero negro, luces led rojas y aire acondicionado. Sólo había diez hombres distribuidos en una mesa grande, todos estaban bien vestidos a excepción de Marcos, Cristian dijo que parecía metalero, pero no iba vestirse como ellos querían, si iba a ser un narcotraficante, seria uno original.

—¿Qué te pareció?— preguntó Cristian quien estaba sentado a su lado.

—¿Qué?— dijo serio, bebiendo un poco del vaso.

—Está semana de lleno en el negocio— respondió mordiendo un limón para luego beber su bebida de un golpe.

Podría decir que por ello no había ido al instituto, pero claramente no era por eso, no había vuelto por seguir el plan de Cristian. Al menos había declarado a la policía antes de faltar, de igual forma ese asesinato ni Dios mismo lo había visto. Ya estaban culpando a alguien más.

—Bien— dijo Marcos, no mentía, trabajar en ello era incluso más interesante y entretenido que matar tipos en un ring.

Había descubierto fascinación por mandar a todo el mundo, por aprender a manejar trabajadores, saber más sobre vender la droga, conseguir contactos. Había conocido a más personas esta semana que en un año. Y eran personas superiores, personas importantes, le gustaba este mundo. Cristian había acertado, Marcos estaba hecho para esto.

Había pasado de ser espectador a entrar en escena, podría jurar que le encantaba esto. Si Cristian necesitaba que fuese su sucesor Marcos con gusto lo sería, aunque antes no hubiese estado tan seguro, se había dado cuenta que este trabajo era increíble. Ahora podía entender porque le gustaba tanto al ojigris. Aunque Marcos tenía algo en claro, y es que quien entra de lleno, no sale. Sin embargo, no estaba muy preocupado por eso.

Pero claramente este mundo y todas esas personas no habían sacado de su mente ni un segundo esos ojos de ángel que lo atormentaban cada noche y debía masturbarse o lo llamaría.

Quizá podía acostarse con otro para saciarse y no romper lo que Cristian le había pedido, que era alejarse de Agustin unos días, sin embargo, eso no se le había pasado por la mente ni una vez, sentía la necesidad de sólo sentirlo a él.

Tanto que comenzaba a desesperarse, ayer Marcos se había despertado con ganas de ir a su casa, y termino destrozando el saco de boxeo que tenía en su habitación, también había pasado los últimos dos días enojado, respondiendo más mal de lo común y soltando maldiciones a todo lo que se moviera. No sabía cuánto tiempo más iba a soportar no tenerlo.

Sabía que era una estupidez, y eso también lo motivaba a alejarse, no podía depender de alguien, tenía que dejar las mariconerias. Aún así estaba asombrado, ese imbécil era una necesidad.

Noto que uno de los hombres de Cristian se acercó a él para decirle algo en su oído, luego él miró a Marcos con una mirada preocupada, dejo su bebida alzando una ceja.

—No te enojes— dijo Cristian desabrochando uno de los botones de su camiseta, como si se hubiese sofocado.

—Habla ya— hablo preocupado, se acercó más a Marcos para que los demás no oyesen, de igual forma no estaban al pendiente de su conversación, al parecer.

𝙼𝙰𝙻𝙳𝙸𝚃𝙾 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora