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Con Marcos nada de lo que diga es válido, Agustin puede decir que se alejara de él mil veces, pero luego llega y se le olvida. Es su culpa, por ser así, por verse así, por sentirse como justo en ese momento que dejaba caer lubricante que tenía guardado en su mesita de noche, justo por sus clavículas, mirando como caía el líquido por su piel seguramente ahora con moretones, se mordió los labios, ansioso, con el corazón latiendo desbocado.

Marcos dejo caer una gran cantidad de lubricante en el pene de Agustin haciéndolo soltar un gemido, y se arrodilló, echando su cabello hacía atrás, luciendo extremadamente sexy. Con sus dedos, tomó el miembro de Agustin para llevarlo a su boca, metiendolo hasta el fondo de un sólo golpe.

—¡Ah!— gimió.

—Mierda— dijo Marcos alejándose un segundo —Me encanta que lo tengas tan grande— escupió masturbándolo, gemía como si fuese una puta —Me pone muy duro.

—Di- dios Mar...— exclamo sosteniéndose de la pared —Mételo de nuevo en tu boca, por favor...

Lamió un poco, volviendo a chuparlo con fuerza, ahuecando las mejillas, Agustin grito de placer, ni siquiera se molestó en silenciarse, no podía, golpeó la garganta de Marcos, y aún así lo pudo contener, comenzó a cojer su boca, moviendo las caderas con rapidez, poniendo sus dedos delgados en su cabello suavemente, mordiéndose con fuerza los labios, las piernas de Agustin comenzaron a temblar y Marcos alzó la mirada, viéndolo fijamente, succionando, Agustin apretó los ojos cuando ya no pudo soportarlo y se vino en la boca de Marcos.

—Maldición— gruñó alejándose, luego de tragarlo todo, viendo lo frágil que Agustin quedo, pero no le importó, le dio la vuelta con fuerza, casi haciéndolo caer.

Agustin sintió como abrió sus glúteos dándole un languetazo en su entrada, haciendo círculos, jadeo sin cesar, Marcos metió y sacó su lengua, lubricando, apretando con fuerza los glúteos.

—Si, así— gimió mientras Marcos lamía con fiereza, gimiendo también por la excitación incrementando. Apurado se puso de pie lamiendo su mano y masturbandose un momento, alineando su pija dura con la entrada de Agustin un poco dilatada, metiéndolo con lentitud por segunda vez en la noche, abrazándolo por la espalda mientras se hundió por completo.

—Siempre tan estrecho—  jadeó ronco, pasando su mano por el cuello de Agustin, apretando con fuerza.

—Rápido, por favor— pidió con voz entrecortada.

Entonces lo hizo, dándose una estocada, escuchando el gemido alto y agudo que salió de la boca de Agustín. Marcos mordió el lóbulo de su oreja, sus vellos de los brazos se erizaron. Le dio otra, todo el cuerpo de Agustin hirvió.

—Mi ángel— gimió comenzando las penetraciones profundas y decididas, los dedos de Agustin se blanquearon en la pared, alzo el rostro volteando para besar la mandíbula de Marcos mientras lo cojia duro.

—Sí, estoy tan cerca.... Estoy muy cerca... — gimio aferrándose, así que Marcos lo hizo más rápido, tocando el punto dulce de Agustin con mucha fuerza, profundo, sintiendo como su interior apretó su pija haciéndolo venir al mismo tiempo que él, Agustin ni siquiera tuvo que tocarse para hacerlo.

—Mierda— gimió ronco saliendo de Agustin, dándole la vuelta nuevamente, mirando a sus ojos cansados y su boca entreabierta.

Agustín quiso llorar, a pesar de que acababan de cojer aún sentía los espasmos, es que no podía creer cómo estaban de nuevo ahí, a plena luz de la noche, mirándose. Él le hacía daño, pero lo hacía sentir así, de esa forma tan inhumana, quería abrazarlo, pero sabía que a Marcos no le gustaba, así que sólo miro a su costado, esperando algo que no llegaría.

𝙼𝙰𝙻𝙳𝙸𝚃𝙾 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora