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Marcos exhalo el humo de su cigarrillo sabor a menta, con la vista fija en el teléfono que pocas veces usaba, mientras buscaba alguna red social para descargar. No había nadie a sus alrededores rondando, estaba recostado contra un árbol al frente de la casa de Agustin, luego de haber entrado en su habitación y que lo echase como un perro.

Marcos largo una carcajada por lo graciosa que era la situación, estaba a punto de cumplir un capricho del castaño, y eso no era algo usual. Sólo deseaba que Agustín volviese a clases, esa sensación que le daba al estar junto a él, era aún más saciable que matar en aquel ring de boxeo.

Aún podía sentir aquella electricidad desconocida en las yemas de sus dedos al rozar por un segundo su piel. ¿A caso Agustin venía con alguna droga incluida? Su piel, su maldita piel tan suave y pálida lo ponía duro. Marcos Chasqueo los dientes pensando en lo que estaba pasando. No era nada normal todo esto, ¿Por qué le interesaba tanto?

Quizá era por su personalidad suave, al igual que su voz, o quizá por sus ojos, se le hacía difícil sacárselos de la mente. Nah, tal vez sólo se le pasaría luego de cojerselo. Al menos eso esperaba, porque de lo contrario no sabría cómo alejarse de él antes de arrastrarlo a su mundo oscuro, el maldito no lo resistiría.

Miro el teléfono el cuál hizo un sonido al finalizar la descarga de Instagram, ingreso creándose un perfil falso para buscar a la victima. Le dio click al buscador.

"Alexis Quiroga"

Salió primero afortunadamente para Marcos, tenía muchas fotos de su maldita cara y un total de veinte mil seguidores. ¿Tantas ratas seguían al bastardo? Marcos había tenido el triple y eso que ni siquiera fue él, había sido un imbecil gracioso que se hacía pasar por él, Marcos aún recuerda su excusa antes de perder la mitad de sus dientes.

Toco la imagen del perfil la cual lo llevó a su historia y entonces él solo pisó su tumba. Era una historia de hace cinco minutos, de Alexis llegando al gimnasio y aparte de eso, con la dirección incluida. ¿Qué necesidad tiene la gente de publicar toda su maldita vida? Pensó.

Con una sonrisa ladina guardo el teléfono en su bolsillo, tiró el cigarrillo ya consumido al suelo y volteó viendo hacía la ventana de Agustín, sus luces seguían encendidas, su habitación era tan rara, muy rosada, pero bueno, cada quién tenía sus propios gustos, y a decir verdad, tanta ternura lo incitaba a la lujuria. Quizá era él.

Mientras manejaba a su casa pensaba el por qué Alexis era tan imbécil. Marcos creyó que la golpiza que le dio a él y a sus amigos el otro día había sido suficiente, pero no, al salir del instituto estaba a punto de golpear a Agustín para provocarlo. Entonces supo que lo mejor sería no defenderlo, nadie más podía saber que Marcos era su protector o algo así. Nunca antes había cuidado a nadie, ni lo iba a hacer frente al público.

Agustín no podía depender de él. Por eso lo llevaría a aprender a defenderse, nadie debería depender de otro.

Después de unos minutos, casi una hora, paso por el camino custodiado lleno de árboles para llegar a su hogar, distinguió autos afuera, más de lo habitual. Quizá Cristian tenía alguna reunión. Estaciono afuera bajando del coche, uno de sus hombres lo recibió avisándole que efectivamente tenían una.

La mansión oscura estaba alumbrada por diferentes luces led en cada esquina del lugar, se habían mudado un total de cinco veces desde que vivía con Cristian, pero este era ahora desde hace dos años, su lugar permanente. Forrado por paredes de un azul oscuro con un total de tres pisos. El primero consistía de la entrada, una puerta de madera con figuras, pero antes de llegar a la puerta un jardín de rosales decoraba el camino a la mansión. Cristian tenía un gusto algo gótico, que también le agradaba a Marcos.

𝙼𝙰𝙻𝙳𝙸𝚃𝙾 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora