𝙼𝙰𝙻𝙳𝙸𝚃𝙾 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂

12

Sus manos recorrían cada parte de su afiebrado cuerpo, corrompiendo su alma, como un demonio roba inocencias, haciendo que su garganta se sintiera seca al soltar jadeos mezclados con gemidos dulces, que parecían acelerar aún más su mano rápida con la que estimulaba su parte íntima, adueñándose también, de ser el primero en tocar más allá de lo que la ropa no deja ver.

Descontrolándolo todo, al punto de apretar su cuerpo con fuerza contra el de Agustín, con ansias de que nunca terminase, junto con la sensación de un cosquilleo en su vientre mientras se movía sin control sobre Marcos, sintiendo el bulto duro bajo su pantalón, queriendo sentirlo dentro de él, y darse placer ambos, hasta que finalmente explotaron extasiados por el dulce y al mismo tiempo rudo momento brindado.

Cómo si aquel tacto de su mano en su espalda fuese suficiente para mandarlo a lo más profundo del inframundo, a un lugar donde no pertenece. Hasta que Marcos lo roza y se quema por dentro, tomando un pase directo a un lago de fuego placentero, donde todo es tan bueno aunque se trate de un pecado carnal, uno que sin dudas cometería una y otra vez, hasta que la sangre que brote de su cuerpo ya no sea sangre, sino sudor perlado.

—Cumpleaños feliz... Cumpleaños feliz...— oía a lo lejos, de repente dejo de ver la imagen de Marcos con él sobre sus piernas en su auto, para recibir la luz del sol en sus ojos.

Abrió un ojo seguido del otro viendo a su mami en la punta de su cama, con una torta rosa pequeña entre sus manos, se sintió avergonzado por la forma en la que había despertado de ese sueño, se tapó bien restregándose los ojos y sentándose seguidamente con una sonrisa en sus labios.

—Feliz cumpleaños dieciocho, bebé— dijo sentándose a su lado, la torta parecía haber sido hecha por ella, tenía un "Feliz cumpleaños" decorado con crema blanca. Una vela violeta estaba encendida en la mitad—Pide un deseo— dijo sonriente, Agustín le devolvió la sonrisa cerrando los ojos.

"Deseo que Marcos me diga que me quiere, y pronto me dé muchos abracitos" sopló.

—Gracias mami, me encanta— dijo abrazándola después de soplar la vela con cuidado de no dañar la torta, ella sonrió a punto de llorar y Agustín la abrazo de nuevo —Esta precioso, me gustó mucho. Muchas gracias— repitió, busqué su teléfono para sacarle una foto de recuerdo. Mariel le dio un cuchillo de plástico y corto una pedazo para ella, después comería una, primero debía cepillarse.

—Tu papá ya casi llega, cielo— dijo sirviéndole una porción, asintió emocionado, saldría a la feria con él —Te tengo un regalo— dijo dejando la torta en su mesa de noche.

Ella salió un momento y Agustín se puso de pie poniéndose sus pantuflas, seguidamente organizo su cama para luego ir al baño, hizo pis, se lavo los dientes y salió viendo a su mamá sentada con una bolsa de regalo en su cama, se sentó a su lado ansioso, la bolsa era de un color azul celeste, muy bonita.

—Espero te guste— dijo dándosela, la abrió con cuidado de no dañarla y finalmente metió su mano para sacar un pantalón tipo chino negro, con una camiseta negra de mangas transparente que se abría en el pecho, y un abrigo largo oscuro elegante que acompañaría después con unos zapatos de igual color pero con detalles dorados.

—¡Gracias!— exclamó emocionado —Esto es fabuloso— dijo viendo la ropa, feliz.

—Toma una ducha y cámbiate cariño, te espero abajo— dijo su mamá poniéndose de pie luego de darle un beso en la frente, rió feliz.

Fue a la ducha ansioso por cambiarse, pero decidió durar más tiempo del normal bajo el agua, perfumando su cabello, depilándose, aplicándose todas las cremas posibles y al salir, se puso una mascarilla de arcilla mientras pintaba sus uñas de azul oscuro y tapaba los chupetones de su cuello. Se puso unos anillos delicados de colores oscuros, un collar de perlas y después de sacarse la mascarilla y secarse el pelo, se vistió perfumándose, viendo su imagen en el espejo, satisfecho por primera vez en mucho tiempo.