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Hijo de puta, maldito desgraciado, infeliz perro asqueroso, mierda de alcantarilla, despreciable, mal vestido moribundo y malparido; eso era Lorenzo.

En la vida había que ser muy idiota, no, idiota es poco, para Marcos sonaba mejor "un idiota que no amaba la vida" para meterse con alguien como él. Es que el infeliz de Lorenzo estaba pidiendo a gritos que Marcos le cortara las bolas y jugase con ellas hasta que muriese desangrado.

Estaban juntos, cerca, caminando, saliendo del puto baño asqueroso de la sucia preparatoria. ¿Se estaban besando quizá? No, quizá estaban haciendo algo peor, quizá se andaban chupando las pijas. Pero claro, esto le pasaba a él por imbécil, por confiar en Cristian y en su puta palabra de que era mejor darle espacio a Agustín.

Por supuesto, le dio espacio y ahora estaba abriéndole las piernas a otro, ¿Cómo podía hacerlo? ¿Por qué Agustin se empeñaba tanto en martillarle los cesos?

Esta mierda no se quedaría así, Marcos no podía ignorarlo ni aunque quisiera. Miro su reloj, eran las 11, a la 1 debía recoger a Lucifer, iban a hacer un negocio. Por otro lado, faltaban quince minutos para que Agustin saliese del lugar, Marcos lo esperaría, se había ido del colegio justo cuando lo vio con ese sucio. Es que en sí, solamente había venido para hablar con el idiota del director que según el tenía que decirle algo urgente.

Claro, sus urgencias solo eran dinero, aunque Marcos se alegraba que lo hubiese llamado, gracias a eso había visto el suceso, no dejaría que Agustin se fuese con otro, trataría de arreglar lo que pasó en el auto. Aunque aún no sabía cómo.

Había sido un puto con él, Marcos lo sabía, pero debía confiar en que de alguna forma Agustin lo perdonaría. Por eso no se había lanzado a ellos cuando los vio juntos.

Escucho el timbre, todos comenzaron a salir del instituto y el corazón casi se le sale del pecho al verlos juntos. Agustin estaba de nuevo a un lado de Lorenzo, caminando tranquilamente. Lorenzo le había pasado su brazo por los hombros. ¡Estaba tocando a SU ángel!

—Relájate, relájate, relájate, relájate— se repitió incontables veces, le daría un ataque de ira.

Sí, Marcos sabía que tenía un serio problema, tenía uno enorme, es que no podía, no podía ver a nadie encima de Agustín, o hablándole, no podía ver qué sus ojos mirasen a otro. Estaba mal, Marcos lo sabía, pero era algo inevitable, el sentía a Agustín y todo lo que tenga que ver con él, como suyo.

Hasta Agustin mismo lo sabía, sabía que le pertenecía, en cuerpo y alma, se había entregado a Marcos hasta mirándolo, y tenía que hacerse cargo de eso, entenderlo un poco y no seguirse restregando a otros como justo en ese momento.

Lorenzo detuvo un taxi y ambos subieron ahí, Marcos noto como le abrió la puerta para que Agustin pasara, el jamás había hecho eso. Gruño, y no, no estaba en modo fantasma o algo así, sólo había cambiado de auto hoy, por eso Agustin no lo había notado. Aunque seguramente de haberlo hecho igual se habría ido con ese suicida mal tatuado.

El auto avanzó y Marcos también, sí, estaba persiguiendolos a pesar de que le había dicho a Agustin hace días que no lo volvería a ver, a pesar de que había sido un incomprensible, y no había ido tras él cuando se fué. ¿Qué mierda iba a hacer?

Claro, iba a decirle: Oye hijo de puta infeliz, discúlpame por lo del otro día, sí, cuando te coji en el coche y a la mañana siguiente te mandé a la mierda.

Por un momento Marcos pensó en dar la vuelta e irse, pero luego se le vino a la mente la imagen de Agustin en las manos sucias de ese idiota con pinta de stripper de quinta, y se le pasó.

Más aún cuando vio dónde estacionaron, era una maldita tienda de donas, pobre Agustin, la iba a pasar terrible, ni siquiera come una mierda. Marcos casi se alegró por eso, saber que no la pasaría bien con él, pero luego se vio a si mismo como un patán. Que estúpido, ¿Feliz por el problema alimenticio de la persona que quiere?

𝙼𝙰𝙻𝙳𝙸𝚃𝙾 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora