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Nota: un cap, bastante fuerte pueden pasarlo si quieren :) sobre el personaje de Marcos.

Marcos paso días sin dormir, sin poder dejar de ver a esa sombra, de sentir el mismo pavor, de escuchar su voz lejana martillándole los cesos, arrancándole corazón al ya no poder sentirlo como justo ese día, en la noche cuando Lucifer estaba a su lado.

Había llegado a casa, Cristian pensó que había muerto, pero seguía ahí, luego de la bomba en su auto, luego ver a eso, a esa cosa que no era un humano pero aseguro ser su padre en un susurró, ¿Quizá estaba delirando?

Ahora lo entendía, el pasado.

Lo entendió cuando vio a Agustin alejándose cada vez más cuando pensó que había cojido con otro. No, claro que no lo había hecho, el pelinegro era un "regalo" que uno de sus nuevos socios le había mandado, pero le dio dinero y lo dejo ir de inmediato, ojalá Agustin entendiera que Marcos era suyo. Que lo que había logrado él, no lo había hecho nadie más.

Marcos se sentía ahogado, no había tenido tiempo ni de pensar en Agustin estos días, ni de comer, ni de existir, solo existía su cama, el temblor en su cuerpo al caer la noche y la voz preocupada de Cristian.

Como justo ahí, cuando Agustin dijo que ya no dejara que el pasado lo comiera vivo, y se fué, fué cuando ya no lo pudo ver y cerré los ojos, que vio al pasado:

—Marcos...— lo llamó, su pequeño cuerpo temblaba incesante, estaba detrás de unos arbustos secos, cerca de casa, escondido, pero él estaba tan cerca, tanto que podía escuchar su voz —No te escondas dulce, sé dónde estás, puedo oír tu miedo, tu poca hombría... — se carcajeó, su voz era pastosa —Ven a complacerme, ¡Inútil!— gritó tomándolo del cuello de su camiseta, alzándolo de debajo de la cama, era tan fácil, no era muy pesado, el cuerpo de Marcos era liviano por la desnutrición.

—¡Por favor, no!— exclamo, él lo arrastraba por el suelo, sin importarle nada, por más que gritase nadie lo escucharía, nadie nunca lo hacía.

—Eso debiste pensar antes de aparecerte en mi vida— escupió un líquido negro, él siempre lo chupaba, Marcos no sabía que era, pero le causaba nauseas probarlo en su boca, todo él le causaba nauseas...

Imagina que encuentras a un león bebé, uno indefenso, débil, solo, y lo castigas azotándolo, arrancándole las uñas, cortando su melena para vestirte con ella como si fuese tuya, lastimando tanto al animal hasta dejarlo inconsciente, y te marchas, volviendo años después creyendo que ha muerto. Viendo a aquel León adulto, y él te ve, recordando todo lo que le hiciste, todo lo que nunca olvidó, y va hasta ti, destrozándote, rompiendo cada uno de tus huesos, arrancando la piel de tus brazos, piernas y rostro. El león te encontró, tú no lo encontraste a él.

¿Cómo se sentiría el león después de eso? Marcos quería saberlo por si mismo, era en lo único que pensaba mientras golpeaba con fuerza el saco de boxeo, cuando mataba hombres, no podía descansar, esa sombra que había visto en el callejón ahora entendía que era su cabeza pasándole factura, era él el monstruo del pasado, entonces entendió que había llegado el día.

Había pasado años imaginando cómo sería, buscando mil y una formas de hacerlo, las más dolorosas, tenía que buscar infinitas, ese hombre merecía sufrir de todas las maneras existentes. Así que al día siguiente, luego de dos horas golpeando el saco de boxeo, con los guantes puestos, Marcos bajo las escaleras hasta el cuarto de servicio donde vivían sus hombres. Toco la puerta y uno de ellos abrió, mirándolo con sueño hasta que se dió cuenta de quién era, y se enderezó aún en pijama. Eran las seis, de igual forma ya casi debían despertar.

—Necesito que consigas todas las armas posibles para torturar, todo lo que este a nuestro alcance para destrozar a alguien, no quiero que falte ni una sola—pidió —Lleva esas cosas en una camioneta aparte, trae cinco hombres más. No le digan nada a Cristian, el que hable le cortaré la lengua con mis manos y se la haré comer.

𝙼𝙰𝙻𝙳𝙸𝚃𝙾 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora