En Ilka, un pueblo perdido en el mundo, hay una creencia extraña entre los lugareños que la joven Sela ha oído desde que llegó meses atrás con la intención de encontrar un hogar. Razón por la cual ha hecho caso a estas palabras, que para ella no ten...
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Frío, oscuro y aterrador. Así sentían el bosque que alguna vez miraron con ojos de curiosidad los jóvenes ignorantes e inexpertos que con cada respiración corrían lo más rápido que sus piernas les permitían.
Más que cazadores, parecen presas. - Pensó un joven soldado y la mayoría de los presentes en aquella determinante noche estuvieron de acuerdo, pero no la aterrada y obstinada muchacha que inconscientemente lideraba la marcha al olvidado interior del frío bosque de Ilka.
¿Sería ella una presa o una cazadora?
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La poderosa luna se alzaba en el confín de la tierra, iluminando a toda ilka como si quisiera devorarla.
Un grito se oyó, seguido de los golpes secos y repulsivos de uno de los muchachos al ser desmembrado.
Apresuré mi paso, con mis pies quemando y mi vestido ya empapado.
Siempre había creído que la luna no podía superar el tamaño de un plato visto desde la tierra, también que los monstruos sólo existían dentro de nosotros, pero este, era enorme, desconocido y letal, y parecía tener tanta hambre como su madre, que de acuerdo con él, lo guiaba hacia sus presas, hacia nosotros.
El aire frío cortó mis mejillas, recordandome aquella fatídica noche en la cual vi al hombre que alguna vez fue esta bestia, siendo arrastrado hasta esta cacería.
Quizás si lo hubiese ayudado, nada de esto hubiese pasado.
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