La luna estaba a punto de decir adiós para cuando llegamos al pueblo de la gente salvaje, como le decían los cazadores, o como yo le decía, mi hogar.
O el lugar que alguna vez lo fue.
- Adiós..- La voz de una niña llamó mi atención.
Al observar pude notar que era la luna a quien le hablaba. Solitaria, salvo por la única estrella a su lado que la acompañaba, conocida como la estrella del alba. Aunque mi nombre favorito era el que le daban los amantes del cielo.
Sonreí, recordando la casi nula información que tenía sobre el único astrónomo del que oí y en el que a veces me encontraba pensando.
Heyladal susurró un viento helado, llamando mi atención a la imágen frente a nosotros.
Luces tenues comenzaban a encenderse entre los árboles, delatando a los lugareños que aún debían terminar su equipaje. La gente hace días había comenzado a prepararse para moverse. Dada la inminente amenaza que los cazadores representan dentro de un tiempo más cercano que lejano, lastimosamente.
Pero aún nadie se había movido de su lugar. Estaban esperando, al igual que nosotros.
Una figura revestida con pieles y una tela alrededor de su oscuro cabello, apareció en nuestro campo de visión, caminando entre las pocas personas ya despiertas que le regalaban su saludo, agradeciendo su bendición. Aquella que siempre daba a su gente cada mañana y cada noche.
La última bendición que recuerdo, sucedió a los doce años, cuando mi loba se presentó, marcando un antes y un después.
- Yo iré contigo esta vez. - La voz de Ian rompió nuestro silencio en el linde de su territorio. Logrando que clave sus profundos ojos en nosotros.
No le respondí, pero tampoco pude negarme.
Ella saludó con un asentimiento, comenzando a caminar hacia el núcleo, sin pararse a saludarnos debidamente, así como tampoco esperó una reverencia.
Algunos ancianos nos saludaron con una inclinación al pasar, felices de ver a dos espíritus lobo, después de tanto tiempo.
Los espíritus bailan a nuestro alrededor, proyectándose en nuestras miradas y sombras, ocasionando exclamaciones de asombro que los regocijaron.
Al menos con esto, la gente se sentía un poco mejor.
El espectáculo terminó en cuanto llegamos al límite de Ilka, chocando con el bosque fresnal, un lugar neutral para todas las criaturas existentes de nuestro mundo.
Justo en el medio de ambos territorios se encontraba el núcleo. Una cueva subterranea, adaptada para albergar a cualquier criatura y tratar cualquier asunto. Un lugar de paz y hace mucho tiempo, también de guerra.
Una que regresaba rápida y peligrosa en el momento más inoportuno.
El ya conocido pasaje entre la nieve, la piedra y la oscuridad dió lugar a un ambiente extenso, con una gran mesa en el centro y puertas oscuras de todos los tamaños a su alrededor.
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LOS GHÖRK (Oficial) | LIBRO COMPLETO.
WerewolfEn Ilka, un pueblo perdido en el mundo, hay una creencia extraña entre los lugareños que la joven Sela ha oído desde que llegó meses atrás con la intención de encontrar un hogar. Razón por la cual ha hecho caso a estas palabras, que para ella no ten...