Rodé sobre mi misma en la cama, enrollándome entre las mantas como si esta fuese mi protectora y salvadora contra todos mis malestares.
Ian comentó que podría tener fiebre, pero no me habló de esto. Tampoco yo lo había pensado siquiera, pero era absolutamente insoportable.
Más que de costumbre.
Gemi al sentir un tirón apoderándose de mis muslos, haciendo que flexione las piernas para calmar el dolor. Logrando que este sólo cambie de víctima, ahora deslizándose fría y duramente sobre mi piel hasta las puntas de mis pies.
Eran clavos, pinchando, casi destrozando mi piel, mis articulaciones, enfriando mi sangre hasta que esta dolía, para luego arder en llamas.
Unos golpes suaves en la puerta de mi habitación me hicieron notar que inconscientemente estaba apretando la mandíbula con una fuerza que en otra ocasión me hubiese destrozado los dientes.
- ¿Qué? - Respondí algo brusca, sin poder evitarlo.
- Sela, cariño, me voy a la casa de Leonora, te deje la cena en el horno para esta noche, así que no me esperes...- La señora Barry titubeo. - Descansa y no mires mucho la televisión. Te quiero.
Los pasos rápidos de sus tacones se hicieron oír por el pasillo sin esperar a que pudiese responderle vagamente siquiera. No me sorprendí. Desde que llegué y me apuntó con un arma que ni siquiera sabía que tenía las cosas no habían vuelto a ser iguales. Aún era cariñosa y atenta, también me seguia dando mis libertades y respetaba mi privacidad, pero había algo, una sombra detrás de su mirada, una acentuación de sus arrugas bien cuidadas y palabras no dichas en su silencio que hacían que se alejara, que creaban una muralla entre las dos.
Sabía que me ocultaba algo, no podía culparla, era la menos indicada, en especial desde que le ocultaba el nada insignificante hecho de que probablemente en menos de un mes me salga vello por todo el cuerpo y corra desnuda por el bosque, matando conejos.
Esa era otra cosa que me preocupaba. Que me carcomía por dentro.
Un repentino escalofrío en mi columna me indicó que esta sería la próxima en atacarme, así que decidí que ya era suficiente. Solté un quejido mientras me levantaba y me disponía a prepararme una ducha.
En cuanto sentí que el agua estaba apta para hervirme viva, me meti bajo el agua, rezando para que se lleve todo el dolor. Lave mi cabello al menos tres veces antes de salir, sintiéndome mucho más tranquila, más despierta.
Estaba decidiendo qué suéter ponerme sobre el pijama cuando unos toques en la puerta principal me helaron en mi lugar.
Quien sea que estuviese fuera, había elegido el peor momento para venir. Tome mi suéter de mariquita y me desplace a largas zancadas hasta la puerta, notando el olor a lavanda del suelo y la frescura del ambiente que me indican que la Sr. Barry había estado limpiando.
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LOS GHÖRK (Oficial) | LIBRO COMPLETO.
WerewolfEn Ilka, un pueblo perdido en el mundo, hay una creencia extraña entre los lugareños que la joven Sela ha oído desde que llegó meses atrás con la intención de encontrar un hogar. Razón por la cual ha hecho caso a estas palabras, que para ella no ten...