- ¡Me encanta esta canción! - Gritó el lobo de ojos azules sobre el ruido ensordecedor de la música a los dos niños Dumont que había arrastrado hacia la pista de baile.
El mayor, de rojo cabello y toque de fuego le sonrió con avidez, siguiéndole el juego e ignorando al gélido pequeño, que los observaba en un sepulcral silencio, con mil preguntas rondando en su cerebro.
Mientras tanto, quietos junto a uno de los tantos fuegos, se encontraba el resto, observándolos.
La joven alfa intento sacar charla. - ¿Qué tal todo? - Preguntó, pero no obtuvo respuesta, pues, los dos lobos restantes se hallaban ensimismados en sus pensamientos, en sus recuerdos, en sus miedos, en sus deseos.
El feroz vigilante ardía por dentro al ver cómo aquel ser que con tanto interés en el lobo azul se había fijado era correspondido con sonrisas por este, sonrisas que aplacaban el ardiente deseo de interrumpir tal desagradable vista a sus ojos, al ser tan libres.
Tengo que dejar de ser un idiota...- Pensó, quedandose en el molde.
La joven loba de ojos rubíes, por el contrario, había quedado perpleja ante la quietud de su compañero de caza, comparando inevitablemente su repentina frialdad con las sonrisas que este le había dado a lo largo del día, haciéndola de algún modo, sentir mejor con la inevitable atracción que desde el primer día, de ella tiró.
Ella estaba comenzando a entender o mejor dicho, a aceptar lo que le sucedía con este, por ello, un manojo de nervios se instaló en su vientre, comenzando a gestar un particular miedo que jamás había tenido.
Ambos lobos compartieron el mismo pensamiento, el mismo sentimiento, al ver a aquellos dos mejores amigos que ignoraban su silencioso tormento.
Quizás, sólo quizás, si voy contigo la pasarías mejor, pero...¿Qué hago si quizás, sólo quizás, rechazas la compañía que te ofrezco yo? - Pensaron ambos.
La alfa los observó en silencio, esperando y tiempo después el vigilante parpadeo saliendo de su sueño, fijando su vista en la oscuridad detrás de su alfa, quien parecía ignorar el incesante acecho detrás de ella.
El príncipe del invernal Ilka no le quitaba sus ojos de encima, inquietando al vigilante, pues está conocía de sobra lo peligrosa que podía ser tan sólo la sombra de su persona.
Cuántas veces el gran líder de los cazadores había cambiado de parecer sólo por un murmullo de su príncipe, cuantas veces la gran reina no se había retirado del lugar al caer bajo su mirada y cuantas veces su querida hermana no había llorado por sus palabras.
El vigilante sabía el nombre de quien en la penumbra observaba, pero jamás pudo conocer al hombre detrás de la mirada. Por lo que todo concluía en lo peligroso que este podría ser para su manada, y en especial, dado su interés inusual, para su querida alfa.
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LOS GHÖRK (Oficial) | LIBRO COMPLETO.
Hombres LoboEn Ilka, un pueblo perdido en el mundo, hay una creencia extraña entre los lugareños que la joven Sela ha oído desde que llegó meses atrás con la intención de encontrar un hogar. Razón por la cual ha hecho caso a estas palabras, que para ella no ten...