Tres horas y cuarenta y cinco minutos habían pasado desde que la manada llegó a la mansión Silver.
Tres horas y cuarenta y cinco minutos habían pasado desde que Kai internó a Sela en la enfermería e hizo todo lo que pudo para salvarla.
Tres horas y cuarenta y cinco minutos, había pasado esperando a que Sela se levantara o a que la manada se acercara a hablarme.
Mi estómago gruñó, logrando que notara la falta de alimento desde ayer por la noche.
Por la situación había olvidado desayunar.
Suspiré, acurrucándome en el deshilachado suéter bordo y miré sin emoción a mi alrededor. Me había refugiado en la anticuada y empolvada oficina de mi "abuelo" o como los lugareños lo conocían, Don Silver. Un hombre tan ostentoso y frío como su casa.
Un ruido suave en la puerta llamó mi atención.
Alguien quería entrar e intuí sin emoción quién podría ser.
- Está abierto. - Le notifique a la persona detrás de la puerta mientras me escondía en el frío sillón frente a la ventana.
La puerta detrás de mí se abrió, dando paso a una figura promedio, de apariencia ligera y larga cabellera.
Venus había venido, luego de horas.
- Permiso...- Se acercó a paso tranquilo, sentándose en el sillón continúo al mío. Apenas me dió una mirada antes de centrar su visión en el encantador y devastador panorama.
Pude observar por el rabillo del ojo como le fascinaba y entristecía a partes iguales la nieve, como a todos los lobos.
- ¿Cómo te sientes? - Pregunté, ignorando las millones de posibilidades que aparecían en mi mente del por qué de su presencia o mejor dicho, qué palabras me diría a continuación.
- Mi cuerpo ya no duele. ¿Cómo estás tú? - Me observó por el rabillo del ojo.
- Bien. - Mentí y sonrió.
Lo notó, cómo no.
- Kai dice que su herida ya no sangra, que hay que esperar a ver como y si es que acepta al lobo y su sangre. - Me miró pacífica, como cuando trata a un cachorro. - Pero, algo me dice que ella estará con nosotros muy pronto. - Guardó silencio, esperando una respuesta de mi parte que no llegó. - Claro, ni la palabra de Kai ni la mía son verdades absolutas, pero, creer en ellas, podría aliviar tú culpa. - Miró el cielo pacíficamente.
Nuevamente no conteste.
No se inmutó.- Creo que lloverá...- Murmuró levantándose lentamente, dispuesta a salir de la habitación.
Tocó mi hombro suavemente al pasar, usando un lenguaje que nunca usó conmigo, y rara vez la veía usar con alguien que no sean sus lobos.
Compasión.
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LOS GHÖRK (Oficial) | LIBRO COMPLETO.
Hombres LoboEn Ilka, un pueblo perdido en el mundo, hay una creencia extraña entre los lugareños que la joven Sela ha oído desde que llegó meses atrás con la intención de encontrar un hogar. Razón por la cual ha hecho caso a estas palabras, que para ella no ten...