La tormenta de nieve estaba a punto de comenzar cuando la joven líder de los lobos dejó aquella cafetería, en donde un misterioso virus se había plantado hace minutos.
En poco tiempo la loba se había perdido entre las calles vacías y callejones oscuros, evitando a los pueblerinos, como siempre que la situación lo permitía, ya que le daba una sensación de control, y de anonimato que le brindaba seguridad.
Consciente del camino, nada tardó en internarse en el bosque que con esperanza le daba la bienvenida a la que siempre consideró su intrépida niña.
Ella inhaló y exhaló, antes de ponerse en acción.
Poco tiempo tenía para que el virus hiciera su trabajo, así que con los minutos contados, la loba se despojó de las telas que cubrían su cuerpo y se revistió con la suave piel oculta que sólo el bosque y sus criaturas conocían, convirtiéndose en una extensión de la nieve.
La gran loba blanca de ojos dorados tomó su ropa entre sus fauces y comenzó su carrera, pasando árboles, arbustos, y las criaturas que en ellos sobrevivían día a día el crudo invierno. Se internó en cuevas y se expuso en claros, tomó tantos atajos como el viento le susurraba que existían, dejando de sentir sus patas, reprimiendo los aullidos quemando a fuego intenso en su garganta.
Entonces el bosque se tornó de un blanco grisáceo, las escasas hojas en los árboles desaparecieron y los murmullos de la vida se apagaron.
La loba entró en el territorio de los cazadores y de pronto sintió que debía contener cada una de sus respiraciones.
Su guía, su vena salvaje, aquel ser que la revestía en blancas pieles, se hizo presente, recordandole su compañía y todo lo que esta le ofrecía.
Heyladal, la susurradora, aquella que alguna vez había vivido en una de sus más poderosas ancestras, ahora le recordaba que no estaba sola. Sus lobos, vivos y ya difuntos, sus ancestros, cambiaformas y humanos, estaban con ella.
La tierra bajo sus patas, el aire bailando en su pelaje, el agua, ahora fría a su alrededor y el fuego ardiente en su interior estaban con ella.
Todo portador adquiere un don y la jóven líder no era una excepción.
Ella esperó paciente, oculta en la nieve, y poco tiempo después la ventana se abrió y el rostro de su primer lobo apareció.
Contó cada segundo hasta que él le dió la señal y se retiró del lugar.
"- Cariño..."- El recuerdo de la cálida voz con la que su madre alguna vez le habló, regresó. - "¿Con quién hablas?"- Preguntó.
Era un día cálido en el invierno frío, una ardilla hacía su nido y ella observaba en silencio, preguntándose cómo es que podía oír cada cosa que está dijo.
-" Amma, ellos hablan..."- Le susurró asombrada, la pequeña princesa del pueblo perdido a la gran madre de un pueblo con frío.
La jóven madre acomodo las pieles que la protegían del frío, ocultando las heridas que los cazadores en su niñez le hicieron. - "¿De verdad? ¿Qué dicen?" - Le preguntó, acariciando sus casi blanquecinos cabellos, mientras pensaba qué maravilla era que su princesa sea tan distinta a todos ellos, tan parecida al hombre con el que se arropó en un crudo invierno y que ninguna de ellas jamás ha visto de nuevo.
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LOS GHÖRK (Oficial) | LIBRO COMPLETO.
LobisomemEn Ilka, un pueblo perdido en el mundo, hay una creencia extraña entre los lugareños que la joven Sela ha oído desde que llegó meses atrás con la intención de encontrar un hogar. Razón por la cual ha hecho caso a estas palabras, que para ella no ten...