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La primera vez que Jungkook participó en una competición de natación, tenía doce años.

 Llevaba nadando cuatro, y medía cuarenta centímetros menos. Ni siquiera era una competición importante, simplemente algo amistoso contra otro equipo de Busán que también entrenaba niños de la zona. La cuestión es, que Jungkook no pegó ojo en toda la noche. Estaba tan ansioso, tan asustado ante la posibilidad de no hacerlo lo suficientemente bien y decepcionar al entrenador, que no consiguió dormir. Decepcionar a su familia, a sus padres, a su nuevo hermano al que tanto admiraba, era algo que le aterraba.

Ahora, tantos años después, Jungkook sigue conservando ese miedo. Sigue teniendo dificultades para dormir la noche antes de cualquier competición, y todo entrenamiento, por más intensivo que sea, le parece insuficiente. Se ha ganado el puesto de capitán con esfuerzo, dedicación y trabajo; y quiere estar a la altura. No puede permitirse errores ni despistes, tiene que dar todo de sí en cada competición y en cada entrenamiento. Cada deportista tiene su propia forma de vivir las competiciones, y ni San, ni Mingi, ni él las afrontan igual.

Mientras que Jungkook se aísla y se come la cabeza tratando de dar con la rutina de entrenamientos perfecta para asegurarse la victoria; Mingi es seguro de sí mismo, y sabe que su trabajo duro le otorgará una recompensa. Song sale a la piscina convencido de que se coronará como vencedor, y Jungkook puede afirmar que se trata de uno de los mejores nadadores que ha tenido nunca el placer de conocer.

San, por su parte; es tranquilo pero precavido. No entrena tanto como Jungkook, pero sí más que Mingi. Se trata de un punto intermedio entre ambos, la mezcla perfecta de calma y disciplina.

Es por ello, que algunos jugadores del equipo los han apodado "El trío de oro" , puesto que los tres juntos son completamente invencibles. Se complementan a la perfección dentro y fuera de la piscina, lo que les hace letales en cuanto a competiciones se refiere.

Están acostumbrados a la tensión, al público, a la incertidumbre. El cuerpo y la mente son impredecibles cuando se encuentran bajo presión, y pueden jugarles una mala pasada. Es por ello que, incluso después de una vida entera nadando, es importante tomarse un minuto antes de salir a la piscina, antes de que los cientos de ojos que esperan expectantes se posen sobre ellos; y recordar por qué están ahí. Lo mucho que disfrutan en la piscina. Lo duro que han trabajado para llegar a donde están.

Pero esta vez, es diferente. Está vez, tienen un público especial. Los tres han invitado a alguien, y esperan ansiosos el momento de recorrer con la vista las gradas, en busca de esas caras familiares a las que tanto desean ver.

Jungkook trata de calmarse a sí mismo, trata de no ilusionarse. Puede que, cuando busque a Taehyung con la mirada entre la multitud, no lo encuentre. Puede que el rubio no haya venido. Sería lo normal, y Jungkook no podría culparlo. Sabe que, al fin y al cabo, no es el tipo de ambiente que le gusta a Taehyung.

Quedan aproximadamente tres minutos para que la competición comience cuando San posa una mano sobre el hombro de Jungkook, haciéndole devolver su atención al mundo real. En ocasiones así, el azabache suele distanciarse fácilmente de la realidad.

"¿Listo para machacarlos, Capitán?" le dice, con una sonrisa resbalando por las comisuras de sus labios.

Mingi aparece junto a él, también sonriendo. El resto de nadadores del equipo están también en los vestuarios, terminado de prepararse. Están todos juntos en esto, y son el mejor equipo de Seúl. A Jungkook no le cabe ninguna duda.

"Vamos a enseñarles lo que es un equipo de verdad." una sonrisa se extiende por los labios del azabache, y San le revuelve el pelo en señal de entusiasmo.

dive into you [kooktae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora