Capítulo 15.

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Ruggero.

Odio hacerme tarde en algo. Realmente lo detesto.

Siento que todos pueden juzgarme en ese momento o que todos pueden gritarme que tengo necesito darme prisa en algo.

Guardo todos los documentos en uno de los espacios del maletín con una rapidez que incluso yo mismo desconozco. Tengo una importante reunión en unos minutos y estoy seguro que Ezra va a matarme por esto. Ni siquiera sé en que momento se me hizo mas factible cerrar los ojos solo quince minutos más.

Hoy vuelvo al trabajo de oficina después de casi 3 días en los que me he mantenido alejado. Podría decir que se trata de unas vacaciones, o incluso de algunos días libres, pero no. Es más bien gracias a un caso demasiado importante en el departamento de policía. El caso de una alumna que despareció luego de salir de sus clases de baile y que no dejó rastro alguno.

El caso es más que un dolor de cabeza. Y no porque no me agrade ayudar, sino más bien porque lo poco que tenemos no ayuda en nada. Se han registrado cámaras de agencias, aeropuertos, hoteles y todos los alrededores cercanos desde el día de su desaparición. Aún así no tenemos nada a excepción de una llamada perturbadora.

Una llamada suya; suplicando ayuda.

Es lo único que tenemos.

Incluso resulta tan inútil como lo anterior porque apenas fueron cinco segundos de comunicación. Un tiempo muy corto que no permite hacer un rastreo debido. Y claro, no era tan difícil para ellos destruir cualquier chip que ocasionara su captura. Mi mayor preocupación es que después de eso hayan decidido lastimarla.

—Papi...

Artemisa tira de mi saco repetidas veces,  hasta que logra captar mi atención.

—¿Qué sucede, cielo? —preguntó subiéndola al auto.

—¿Por qué la chica del cuadro no ha venido?

Y vuelve a llamarla así.

Admito que yo también quiero saberlo.

Karol es la experta en huir cuando se siente vulnerable, y eso ya me ha quedado mas que claro. Si ella pudiera esconderse de sus problemas por supuesto que no dejaría pasar la opción.

Después de lo del domingo no la he buscado. Pero admito que he tenido el impulso de hacerlo. Sin embargo,  el trabajo constante no me lo ha hecho tan fácil. Por lo menos ahora no debo preocuparme si es que ha huido al otro continente. Sé que puedo verlo solo a unos minutos en un viaje de auto.

—Se llama Karol —reprocho a la pequeña. Ella no parece satisfecha.

Cuando por fin estamos fuera de la escuela suelto el cinturón que la sostiene.

Hoy Aylin no pudo hacerlo. Un asunto de su trabajo la imposibilitó de ayudarme, y no la juzgo. Ella tiene una vida muy aparte de ayudarme a mí con mi hija y por supuesto, yo soy el que debe hacerse cargo de llevarla y recogerla de la escuela. Ella solo facilita las cosas.

Le entrego la mochila y su lonchera cuando hemos bajado y ya nos acercamos a la puerta.

—No me respondiste —la pequeña se cruza de brazos como si fuera el ser mas intimidante que he visto.

Suele tener un carácter un tanto difícil, por eso, decido ignorarla.

—¿El qué? —me hago el desentendido.

—La chica del cuadro —repite—. No la hemos visto hoy. Ni en una semana.

—Cariño —musito con paciencia—, ella tiene una vida muy aparte de nosotros. Puedo jurarte que ahora debe estar demasiado ocupada con sus pacientes.

DIOSA 3 | El hechizo final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora