Capítulo 19.

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Ruggero.

Yo supe que nada estaba bien cuando la vi subir furiosa a la habitación que ella misma había escogido, y después de escuchar los gritos de ambos —aun— por encima de la música, lo confirmé. No niego lo evidnete. Me tenté en subir y saber que era lo que pasaba entre ambos hermanos, pero no lo hice. Pudo haber sido un tema muy privado de ambos y quizás yo hubiera importunado todo.

Apenas regresaba de una llamada importante del coronel del FBI. Necesitaba verme. No hubo detalles o algo más. Solo un mensaje contundente: "Es importante".

Una vez mas me tenté en seguirla cuando la vi salir y subir uno de los taxis. No lucia muy feliz. Y de hevjo, todos lo notamos. Ella estaba desapareciendo bajo la atenta mirada de todos, pero eso pareció no importarle.

Jenna hizo su trabajo por supuesto. Había ido a buscar a Ezra a la habitación, y tras algunos minutos ambos bajaron. Él no lucía muy bien al igual que Karol y la ansiedad comenzaba a carcomerme por saber que era lo que pasaba. Que tan grave era.

Pude haberla seguido. Pude haberla ayudado. Sin embargo me habia acorbadado en el último momento. Preferí no importunar aún más y no la busqué. Era por eso que justo ahora me dirigía a su casa, con Arti a mi lado que está mas que feliz al saber podrá verla. Su cariño por ella crece a cada segundo y se hace mucho más fuerte con el pasar de los dias. Y no sé muy bien si eso es bueno, o malo para ella.

—¿Papi, a dónde vamos? —la pequeña me mira desde su lado del asiento, sonriente.

—A ver a Karol —explico, su sonrisa se ensancha—. ¿Te gusta la idea?

—¡Mucho! ¡Quiero ver a Karol!

Sonrío al verla. Le agrada la idea tanto como a mí.

—¿ella te cae muy bien, no? —la miro de reojo, sin perder la atención de la carretera—. Nunca antes habías actuado así con las demás amigas que he tenido.

—Ellas no me caían muy bien.

—¿Por qué no?

—Porque solo fingían quererme. Ellas no eran buenas en verdad.

—¿En serio?

—Y ella no ha sido solo tu amiga, ella fue tu novia. Ella me lo dijo. Tú y ella se ven lindos en esa pintura.

—¿Y ese es el motivo por el qué la quieres? —pregunto.

—La quiero porque sé que ella te ha hecho feliz antes. Papá, tu sonríes al verla.

Su afirmación no es muy falsa en realidad. Y eso me preocupa aún más.

—Me asusta que pienses tanto, Artemisa. Siento que vas a darme muchos dolores de cabeza cuando crezcas.

Ella ríe, creo que sin entender muy bien a lo que me refiero.

Al cabo de unos minutos hemos llegado a casa de la castaña de ojos verdes. Tengo pensado acercarme, pero me ahorra el trabajo de tocar el timbre porque está fuera de su casa, en la acera en especifico, esperando a un auto vacío que la lleve. De inmediato su pequeño rostro se frunce —supongo— al reconocer mi auto.

—Hey —saludo bajando la ventanilla del auto—. Hola.

—¡Hola, Karol!

El grito de Artemisa la coge desprevenida pero aún así sonríe un poco confundida.

—Hola.... ¿Qué hacen aquí? —pregunta cuando se acerca—. ¿No deberías estar ya en la escuela? —esta vez mira a Arti.

—La profesora tuvo un percance y nos pidió llegar unos minutos tarde —explico—. Vamos a tiempo.

DIOSA 3 | El hechizo final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora