Me remuevo incómoda en la suave superficie en donde me encuentro. Mis ojos de encuentran pesados y me cuesta ponerme de pie. Pero poco a poco tengo que obligarme a hacerlo, así que aun tambaleante me pongo de pie. Cuando mis ojos logran enfocar las cosas a mi alrededor me encuentro con la pequeña bandeja de desayuno. Está a mi lado y parece ser fresco.
Le doy una rápida mirada antes de que los recuerdos de anoche lleguen a mi mente. Me veo a mi misma con Ruggero, insistiendo para no se vaya y también me veo desvanecer en sus brazos después de recibir lo que me había dado. La imagen golpea mi mente y es entonces cuando reacciono y corro hacia la puerta para intentar abrirla.
No cede.
No sé muy bien lo que me dieron pero sé que tiene que ver mucho con las disculpas de él.
Esto tenía que ser una jodida broma.
—¿Hay alguien ahí? —pregunto golpeando la puerta con un grado de desesperación que me sobrepasa—. ¡Necesito salir de aquí! —insisto— ¡Por favor, saquénme de aquí! ¡Ayuda!
Mierda.
Siento la punzada en cabeza.
—¿Karol?
La voz del otro lado casi me hace respirar tranquila. Reacciono de inmediato.
—¿Madi? Madi, ¿eres tú?
—Si, soy yo.
—Madisson, necesito que me ayudes.
—¿Estás... bien?
—Ábreme la puerta —exijo—. ¿Por qué me encerraron?
—Yo...
—Sácame de aquí ahora.
—Karol, eh... no creo que eso sea posible ahora. No puedes salir. Es... por tu bien.
—¿No puedo salir? ¿Por mi bien? —repito incrédula—. ¿Te has vuelto loca?
—No es...
—No estoy jugando, Madisson. Abre la puerta ahora mismo —repito por no sé que vez—. Siento que el aire me hace falta estando aquí.
—Yo... lo siento mucho, hermana.
Su voz se oye bastante consternada. Y yo me consterno aun más cuando comienzo a oír sus pasos alejarse, entonces comienzo a golpear la puerta nuevamente.
—¡Madisson, ábreme la puerta! —le grito—. ¡Quiero salir! —suplico desesperada—. Llama a Ruggero, dile que me saque de aquí o voy a volverme loca. ¡Dile que me deje salir!
—Fue él quien nos pidió que no te dejáramos salir, Karol.
Cuando la escucho de nuevo el alma me vuelve al cuerpo.
—¡Abran la maldita puerta! —exijo dándole un golpe a la misma—. Madisson me falta el aire, no soporto estar aquí. ¡Dile que me saquen!
—Karol necesito que te calmes —suplica—, el bebé necesita de ti. Sabes que no puedes alterarte.
—¿Qué no me altere? ¡Estoy encerrada como si fuera un animal! Sácame de aquí ahora mismo.
—No puedo... sé que ahora no lo entiendes pero Ruggero lo hace para protegerte. Tiene miedo de tus reacciones y de que ese enfermo te busque ahora.
—¿Cree que encerrarme va a impedir que venga aquí?
—No, pero al evitará que seas tú quien se exponga.
—Abre la puerta —mascullo entre dientes.
Silencio.
—De verdad lo siento.
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DIOSA 3 | El hechizo final.
Fiksi PenggemarNadie más que nosotros sabe cuanto nos dolió la despedida. La historia tormentosa nos persigue, pero ahora que he vuelto, ¿Lograremos escribir un final que nos guste?