Capítulo 37.

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Karol.

Me habían liberado ya hace unas horas, y me hubiera gustado que sea en otras circunstancias y no precisamente para tener que visitar un hospital y tener el corazón bombeando a mil.

Y estoy sola. No he querido que nadie más me siga. No mis hermanos, ni mis padres ni mis amigos. He rechazo incluso a Thania y a Marco. Justo ahora no creo que quiera tenerlos cerca a menos que el enojo pase.

Estoy temblando. Si no desfallecía ahí mismo era porque antes necesitaba golpear al padre de mis hijas.

—¿En qué habitación está? —pregunto de golpe cuando alcanzo a Jacob, que casi trastabilla cuando llego hasta él.

El pobre tampoco puede ponerse de pie tan rápido y por lo que veo, ahora tiene una herida en la pierna que ya ha sido curada. Sophia se pone de pie a su lado.

—Aún no puedes verlo —me dice—. Los doctores dicen que no puede recibir visitas.

—¿Que no...? —tomo aire—. Dime de una maldita vez el número de esa habitación.

—No va a ser posible.

—¿Quieres dejarte de juegos? —le pregunto ya bastante molesta—. ¡Habla ya!

Jacob aprieta los puños, pero creo que al final se rinde cuando Sophia lo mira intentando convencerlo.

—Habitación 286, a la derecha —suelta con pesar.

Paso de todo mundo en ese instante. Necesito verlo y saber que está vivo y que voy a ser yo quien lo mate en un futuro no muy lejano.

Camino a paso rápido y cuando me detengo frente al número de la puerta una enfermera me detiene de inmediato. Me mira como si estuviera loca y fuera a arrancarme la cabeza por estar ahí.

—No puede estar aquí, señorita. Es área restringida.

—Soy familiar. Tengo derecho a pasar.

—No es hora de las visitas.

—Esto es una urgencia.

—El paciente no puede recibir visitas ahora. Retirese o llamaré a seguridad.

—¿Perdón? ¿Y usted cree que eso va a ser suficiente? ¡Estamos hablando de mi esposo! —espeto señalando la habitación—. Y usted, no va a impedir que lo vea. ¿Está claro?

La enfermera no parece muy contenta con mi actitud pero al final cede, apartándose. Creo que al final prefiere no perder su tiempo discutiendo conmigo. Sé muy bien que ella hace solo su trabajo y procuraré pedirle disculpas cuando me asegure de que Ruggero está bien.

—Solo quince minutos.

La pobre se aleja y entonces me permito ingresar a la habitación de inmediato, y para mi total sorpresa la sonrisa de burla que hay en su rostro en la que menos me esperaba. Podía imaginarlo inconsciente, adolorido, inerte, pero no. Se estaba burlando.

—Creí soñar con tus gritos —murmura con voz muy baja—, ahora veo que no era un sueño. Si estás aquí. Y si estás gritando.

Idiota.

Es un completo idiota.

Me acerco hasta la camilla para analizarlo. Cuando lo hago noto que tiene golpes en el rostro, raspones y por supuesto, un enorme parche que protege la operación de bala de hace algunas horas. Oh, y una pierna vendada. Podría consolarlo, claro, pero entonces recuerdo que he estado encerrada durante casi dos días y que me ha dejado sola durante todo este tiempo.

La furia se apodera de mi, así que como una reacción le doy manotazos por todo el cuerpo. No sé que tan fuerte lo hago pero al menos me ayuda a liberarme.

DIOSA 3 | El hechizo final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora