Capítulo 21.

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No había sido tan cómodo dormir con alguien nunca como ahora. Me sentía como si estuviera sobre un cúmulo de algodón que no me dejaba despertar.

Sé que hay alguien más a mi lado, así que acomodo mi cuerpo sobre el suyo y acaricio su brazo desnudo. Ahora se ve mucho más musculoso que antes.

Quiero volver a dormir pero las responsabilidades gritan en mi cabeza que dejo ponerme de pie ahora. Me muevo un poco y el movimiento propio de la cama es lo que provoca que Ruggero termine de despertar por completo.

—Buenos días...

Su voz ronca cala en mi oídos.

—¿Cómo amaneciste?

Como una diosa la verdad. Podría repetirlo mil veces.

—Cansada —escondo mi rostro en la almohada, dándole la espalda. Pasa sus dedos de forma distraída por todo el largo de mi columna, lo que provoca mi risa —aun— escondida en la almohada—. Espero que tu hija haya dormido cómoda.

—Deberías preguntarle.

—¿Por qué?

—No es como que hayas sido muy silenciosa.

Me levanto de golpe, tan rápido que incluso casi golpeó su rostro que se encontraba cerca al mío. Siento todo mi rostro quemar de la vergüenza.

—¿Que paso?

Oh, se hacía el muy inocente.

—Eso no es cierto —me defendí.

—Yo creo que sí.

—Cállate.

—Solo dije una verdad.

—Estuve en silencio.

—Eso dices.

—¡Ruggero!"

Intento ponerme de pie, avergonzada claro, pero él toma mi mano volviendo a tumbarme en la cama.

Besa mis labios rápido y luego me acomoda de nuevo sobre él.

—¿Te confieso algo? —susurra. Miro la hora en el reloj y creo que aún es muy temprano.

—Dime.

—Había estado esperando esto desde que nos besamos.

—¿Cómo?

—Lo que oíste.

—¿Tanto?

—¿Tú no?

—No —miento. Claro que yo también quería.

Me mira sonriente.

—Sé que mientes.

—Digo la verdad.

—¿Entonces por eso lo disfrutaste tanto? —sus comentarios indiscretos provocan que le suelte un golpe en el abdomen—. ¡Oye! ¿De dónde sacaste tanta fuerza?

—Surge cada que me avergüenzan.

—Eres muy ruda —soba su abdomen.

Es un exagerado.

Cuando ha dejado su drama de lado me coloco frente a él, con la barbilla apoyada en su pecho mientras nos sonreímos.

No volví a experimentar esto con nadie después de él.

—Te extrañé —susurro.

—Y yo a ti.

—Mucho.

—No más que yo.

Juego un momento con su cabello.

—¿Crees que pudimos hacer las cosas mejor en el pasado?

DIOSA 3 | El hechizo final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora