Capítulo 10.

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Cierro la llave de agua, seguido de esto salgo de la ducha, con el pijama puesto y secadora en mano, tratando de arreglar mi cabello para el día siguiente. Se supone que tiene que verse sin ser un desastre porque la dueña del centro de ayuda en el que dejé mi curriculum me ha llamado a una cita.

Si, me ha llamado.

Según lo poco que entendí en la llamada es que solo voy porque necesito firmar el contrato, y oficialmente trabajaré en la clínica. Es una suerte para mi que al menos ella haya leído el curriculum y eso hubiera sido suficiente para llamarme.

—¿Puedo? —la voz de mi hermano se oye a mi espalda.

Ezra asoma la cabeza por la puerta, suelto un suspiro asintiendo. Se sienta en la cama mientras yo sigo frente al tocador con la secadora encendida. Al cabo de un rato dejo de hacer ruido y por fin camino para sentarme a su lado. Sé porqué ha venido, y sé que no quiero tener esta conversación justo ahora.

—Supongo que ya lo sabes.

Y sé a lo que se refiere. O lo intuyo al menos.

—¿Por qué no dijiste todas esas cosas? —murmuro—. Había mucho que saber antes de venir aquí.

—Si soy sincero, yo no sabía lo del cuadro en el despacho.

—Y tampoco sabías lo de la hija, ¿no? Una hija, Ezra. Es papá y yo no lo sabía.

—En mi defensa, tú me callabas cada que intentaba contarte algo. Y... en realidad... si estabas tan lejos...

—Él podía rehacer su vida. Lo sé —mascullé—. Lo sé...

—Entonces ahora entiendes el porqué no te lo dije.

—Igual insistir no estaba de más —gruño—. Necesito que hables claro conmigo Ezra, ¿que más ha pasado? ¿Hay más sorpresas con las que voy a toparme?

—Creo que ya no —dice pensativo—. Las sorpresas se han acabado, por ahora...

—No estoy bromeando.

—Y yo tampoco. No creo que hayan mas cosas graves que debas saber. Ruggero la pasó mal los dos años siguientes de tu salida del país, su único refugio fue el alcohol, pero cuando encontró a esa niña no le importó nada. La sacó adelante a pesar de todos los problemas, a pesar de ser muy joven en esa época. Es lo que es gracias a él mismo.

—¿Cómo llegó ella a su vida?

No logro aguantar la curiosidad. Quiero saber más de ella.

—Tengo entendido que alguien se la dio un día, como si de un regalo se tratara y no hizo falta más para que él la aceptara.

—¿La regalaron?

—Eso es lo único que sé. Cuando se trata de su hija es muy reservado. Un día solo apareció con una niña en brazos y desde entonces no se separaron.

No voy a negarlo. Imaginarlo es shockeante.

—¿Y lo de la policía? ¿Es cierto que si tiene un alto mando?

—Muy cierto —musita—. Estudiaba en paralelo mientras trabajaba, y con eso ha logrado salir adelante, eso y gracias al apoyo de su familia. No la ha tenido fácil, pero cuando me pidió la oportunidad de hacerse socio en mi empresa no lo dudé. Sabía que era inteligente así que ambos ganábamos. Además me dijo que también quería un trabajo más seguro, algo que no expusiera a su hija.

—Y fue por eso que Gia la llevó a la empresa —intuyo—. La protegen.

Ezra me da la razón.

Es mucho por procesar, y creo que mi cerebro pronto hará una especie de corto circuito al saber tantas cosas. Muerdo mi labio inferior, nerviosa.

DIOSA 3 | El hechizo final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora