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Spreen se acercó a Juan y lo ayudo la levantarse.

No t-te preocupes, me encuentro bien – Dijo Juan para tranquilizar, aunque el estaba todo lo contrario a tranquilo.

Cuando apareció en aquella dimensión, no traía ni su gorro, ni su bastón y mucho menos su collar, aquel que mantenía sus "glicheos" tranquilos.

¿Cómo querés que no me preocupe? Te acabas de hacer pija – Spreen miró a Aroyitt con la intención de decirle que era más que necesario que avise a los demás, pero ella entendió más rápido y antes de Spreen decir una palabra, Aroyitt saco su escoba y se fue rápidamente.

¿Tu sabes que es lo que te ocurre, verdad Juan? – Preguntó Karchez con una mínima sospecha.

Si, solo son mis glicheos, nada grave – Juan soltó una risa nerviosa – Creo – Dijo rascándose la cabeza – Solo necesito ir al santua- ¡Ah! – Juan no pudo terminar su frase.

Spreen había cargado a Juan como si de una princesa se tratara y empezó a caminar en dirección al santuario.

¿¡Q-qué haces!? ¡Bájame! – Dijo Juan nervioso, ya que no esperaba esa acción de el oso, y porque además le daba vergüenza.

Drako solo se reía en silencio y se burlaba de la cara de Juan, parecía un tomate de lo rojo que estaba.

Estas que te morís, no podés gastar tus energías, Gafotas – Dijo Spreen ignorando que Juan intentaba soltarse de sus brazos.

Juan bufó por lo bajo.

¡Esperadme! Que os acompaño, en caso de que necesitéis mi ayuda – Los alcanzó Karchez.

Y mientras se alejaban, el león observaba.

No me generas confianza Juan, no me fío – Susurró para si mismo y se fue con dirección a su pirámide.

Los cuatro chicos siguieron caminando hasta que llegaron a el teleférico del santuario.

Bueno, el teleférico no funciona, pero podemos ir por las bandas que tiene ¿no? – Dijo Drako, y empezó a subir las escaleras, llegó al tope y trepó al techo del teleférico. Karchez hizo lo mismo.

Gafotas, subí a mi espalda para que pueda trepar – Sentenció Spreen.

Juan hizo caso, aunque le costará admitirlo, si le era de ayuda.

Spreen subió, y juntos siguieron caminando en línea recta siguiendo el camino del teleférico.

Luego de un buen rato caminando, llegaron a aquella gran montaña.

¿Tenemos que subir las escaleras? Ya valió Juan, no podrás regresar a tu dimensión – Dijo Spreen bostezando.

Oso zopenco – Juan le dio un pequeño zape en la cabeza a Spreen – Debajo de esas lianas, abajo de la montaña, hay un elevador – Apuntó Juan a el lugar que dijo.

¿Qué?¿Siempre hubo un elevador ahí y nunca nos dijiste? – Dijo Karchez mientras todos subían por el elevador.

El elevador subió.

Bueno, llegamos.

|  Estoy vivo  | Juan CubitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora