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Karchez lanzó una bomba de humo al suelo, cerca de Juan. Todos se adentraron entre susurros.

¿Creen que con eso pueden hacerme daño? – Juan rápidamente hizo una pequeña explosión de poder, haciendo que todo el humo se dispersase.

Un golpe directo a su cara llegó.

Toma eso hijo de puta – Gritó Spreen.

Magenta solo lo miró mal y le devolvió un golpe en su estómago, no muy certero, pero fuerte.

Un golpe lo suficientemente fuerte como para sacarle el aire a Spreen.

– ¿Cansado osito? – Dijo con burla.

– ¡No me llamés así! – Gritó molesto, lanzado patadas rápidas, con un par de golpes de por medio.

Mientras tanto detrás de un árbol se encontraba Zorman, Drako y Rojo. Los dos primeros ayudando a Rojo.

– ¿Con que mierda te atacó? Tu herida expande por tu brazo algo extraño ¿Te duele? – Decía Zorman atendiendo su herida con lo que tenía a su alcance.

Hizo una clase de torniquete con una parte de su bata que arrancó.

– No tengo idea de que clase de arma era esa - Dijo con voz temblorosa Rojo – Pero... mis poderes... no funcionan.

– ¿Cómo que no funcionan? Eres un Dios, no te puede quitar tus poderes así como así – Dijo Drako.

– No se cómo lo hizo - Intentó levantarse, pero una mano en su hombro lo detuvo.

– No te levantes, debes quedarte aquí, estas herido, solo empeorarás tu estado – Le explicó Drako.

Rojo solo lo miró y suspiró.

Soy un Dios, mi deber es ayudar, es mi propósito, no me puedo quedar aquí sentado viendo como otro Dios intenta mataros y no hacer nada – Dijo por fin Levantándose.

– Esta bien, pero no hagas movimientos bruscos – Dijo finalmente Zorman. Rojo caminó sigilosamente hacia Karchez que se encontraba con Pato observando la pelea de Spreen y Magenta.

Spreen seguía atacando pero esta vez más de lejos.

Cada vez los ataques de Magenta eran más fuertes, estaba cansando a Spreen.

– ¿Ahora quién es el que no se acerca? – Se burló Magenta.

Aunque no lo aparentaba, Magenta también estaba cansado. El cuerpo de Juan no se encontraba en las mejores condiciones de pelear, pero Magenta lo estaba forzando a seguir de pie.

Spreen se acerco corriendo e intento patear su pierna para desestabilizarlo.

Dio una barrida. Lo desestabilizó tal como imaginó. Solo tenía que distraerlo.

Magenta se recompuso rápido, tomó a Spreen del cuello y lo alzó.

Se le empezó a cortar la respiración.

Magenta solo apretó más su mano. Spreen actuó rápido. Con su pierna sujetó el brazo de Juan y presionó contra si mismo, tirando a Magenta al suelo, provocando que el también se caiga.

Se levantó y se alejó

– ¿Sabes que no estas logrando nada, verdad? – Se acercó a Spreen y lanzó un golpe que el oso rápidamente esquivó – Solo te estás agotando y perdiendo tu tiempo.

– ¡Ya cerrá el orto!¡Parece que no sabés callarte, la puta madre! – Gritó exagerando su enojo, lo único que quería lograr era enojarlo.

– ¡No me respondas! – Y tiró una onda expansiva directo a Spreen.

El oso salió disparado hacia atrás, chocando su espalda con un árbol. Soltó un quejido.

– Al final todos acabaran muertos – Dijo enojado Magenta mirando desde su posición a Spreen.

Spreen solo sonrió, y trató de tapar su sonrisa con su mano, aunque Magenta lo vió.

– ¿Porqué sonríes?

– ¿De verdad creés que esto acabó? No me conocés, no sabes de lo que soy capaz – Decía a la par que se levantaba y se estiraba – Esto solo esta empezando.

Spreen estaba apunto de atacar de nuevo.

Pero algo lo interrumpió.

Mas bien dicho, alguien.

¡Señor Juan! – Se escuchó una nueva voz en el lugar.

Una voz un tanto... infantil.

|  Estoy vivo  | Juan CubitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora