| Estoy vivo | Juan Cubito

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Drako se encontraba reunido con los habitantes de ambos pueblos, el plan era sencillo, destruir el santuario de Juan, llamarían su atención y le dirían que el Profeta solo lo utilizaba, mentiras no eran, pero Juan estaba cegado por el simple hecho de que el Profeta sea su padre.

–Es ahora o nunca, vamos – Dijo Auron, a lo que todos los habitantes hicieron caso y agarraron las dinamitas saliendo del lugar con destino al santuario del hechicero.

Nada salió como esperaban. Lo único que lograron con esa acción fue que el hechicero se enojara más con ellos. Estaban jodidos, muy jodidos.

Juan se encontraba con el Profeta en la iglesia, una fuerte tormenta arrasaba con todo lo que se encontraba.

–Es hora – El profeta alzó su bastón, un fuerte rayo cayó en este, una fuente de energía empezó a nacer del bastón. El profeta dirigió este poder al centro de la cruz de la iglesia.

Al igual que el Profeta Juan pronunció unas palabras y de sus manos surgió un gran poder el cual dirigió al centro de la cruz.

En la cruz se empezaba a crear un portal color rojo vino, partículas salían de este y poco a poco una bella mujer alta, con vestimenta de bruja, cabello entre negro y azul, ojos rojos, cintura marcada y un gran sombrero de brujo salió del portal. Era Xena

–Madre... – Juan dejó de usar su poder y se acercó hacia la bruja, al igual que el Profeta, y la abrazó.

–Mi pequeño hechicero – Acarició el cabello de Juan, y dirigió su mirada hacia el profeta

–Mi querido esposo... – Le sonrió y se acercó a este dándole un beso.

Ese día el pueblo trato de derrotar a Xena, al Profeta y a Juan. La familia reunida, era imposible acabar con ellos. Con su poder destruyeron el pueblo, acabaron con todo a su paso.

Los pocos sobrevivientes en aquel pueblo se fueron o se resguardaron,

Drako era uno de ellos. Hacia casi dos años que esto había ocurrido, Drako nunca se fue del pueblo, con la esperanza de volver a ver a su querido novio, Zorman.