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 ¿El primer dios...? – Juan se puso pálido - Eso no es posible

 ¿Tu decides que es posible y que no? – Defessus miró su mano – Ellos solo ocultan la verdad a beneficio propio – De sus manos empezó a crecer una pequeña flama magenta y miró a Juan dudoso –Te tengo un trato, tu me prestarás tu poder y yo – Se quedó un momento pensando – Te hare algun favor, además te podría enseñar a usar bien tu magia.

Juan no pensó ni un momento y contestó – ¡Estas loco si piensas que te ayudaré! – Juan empezó a forcejear contra las lianas que lo aprisionaban, pero estas se apretaron más, sacándole el aire a Juan.

Bien, pues a las malas será – El fuego de su mano se intensificó al punto que cubría casi todo su brazo.

Las lianas crecieron un poco más tomando del cuello a Juan para poder mantenerlo inmóvil por completo. Defessus posicionó su mano en la parte superior de la cabeza de Juan.

Ahora tu poder será mío... – Susurró para sí mismo. Estaba demasiado confiado que no espero que el hechizo no concluyera. La llama se apagó como si un balde de agua hubiese caído - ¿Qué carajos? - Lo pensó un poco - Al menos algo saben hacer esos dioses de mierda - Por alguna razón, no podía quitarle sus poderes a nuestro querido hechicero.

Juan ya no sentía sus piernas, ni su torso, mucho menos sus brazos. Sentía que estaba por desmayarse, las malditas lianas de verdad le estaban cortando el aire, sentía su respiración pesada. Debido a la presión que sentía un glicheo se presentó en su cuerpo.

Eso provocó que las lianas dejaran de aprisionarlo. Simplemente cayó al suelo, le dolía el cuerpo.

Menos mal, antes de que su santuario fuese destruido logró aprender hechizos de curación instantánea. Dirigió su mano a diversas partes de su cuerpo, su mano liberaba calidez y poco a poco algunas heridas causadas por las espinas se curaron.

Se escuchó un ruido extraño. Provenía del portal.

¿Juan? – Del portal salió Zorman – ¡Ayuda, me caigo! – Se aferró al bastón de Rojo, provocando que empezará a caer más lentamente por arte de magia – ¡¿Juan estas aquí?!

Mierda... ¿Cómo entro?¿Es otro hechicero supremo? Bueno no importa, cambio de planes – Tomó el cuello de la camisa de Juan y lo alzó como si nada. Juan solo se sostuvo como pudo de su brazo – Puesto que no puedo tener tus poderes – Dirigió dos dedos de su mano hacia la frente de Juan. Defessus empezó a brillar comenzando a distorsionase y transparentarse.

¿Qué hac-? – Un humo rosa se extendió, Juan cayó al suelo, Defessus había desaparecido.

Muchas voces empezaron a sonar en la cabeza de Juan y de nuevo pequeños glicheos se esparcían por su cuerpo. Empezó a sentir mucho dolor de cabeza y un pitido se hizo presente en sus oídos. Era una horrible sensación.

Parecía que el dolor no iba a acabar, hasta que una mano en el hombro hizo que el dolor cesara. Juan desvió su mirada. Ahí estaba, Zorman. Su gran amigo, estaba ahí para ayudarle

Juan, de verdad, eres tú – Zorman no aguantó y lo abrazó – Te extrañé mucho amigo.

 Yo también – Dijo Juan. Muy dentro de él tenia el sentimiento de mucha confusión, resentimiento y molestia, como si de la nada esas emociones salieran a flote. 

Devolvió el abrazo a Zorman. Se dio el lujo de sentirse tranquilo y soltó unas cuantas lagrimas  – Perdón, por meternos en problemas.

– Nada de eso Juan, no fue tu culpa llegar aquí, fue un error, y los errores pasan, no te culpes – Dijo Zorman ayudando a Juan a pararse – Solo un poco más – Lo abrazó de nuevo y unos segundos después se soltó del abrazo, sirviendo de apoyo para que Juan pudiese caminar – Regresemos, los demás están preocupados – Y poco a poco empezaron a subir para llegar al portal.

Zorman ayudaba a que Juan lograra subir sin lastimarse de más, estaba tan concentrado en su labor que no se fijo que un ojo de Juan brillaba en un color Magenta un poco peculiar.

|  Estoy vivo  | Juan CubitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora