Como un ángel caído que cayó del cielo, ven, desciende hasta donde estoy. En la noche estrellada está la oscuridad y en la eternidad Diosa tú serás... vuela al cielo.
Volaremos lejos, encontraremos la manera.
Veremos el final, seremos el final.
S...
La reconquista era un sueño para los ingenuos, pero para los soldados, era una pesadilla.
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Hoy era el día, por fin después de tantos meses en la incertidumbre que causaba tanta paz fingida, estaban frente a esa enorme puerta de piedra, rezando a las murallas de que no se toparán con algún titán. Los humanos eran así, nadie los podía culpar, porque incluso los veteranos de la Legión tenían miedo cada vez que salían.
El día tenía mal presagio: había algo de niebla y probabilidades de lluvia, aunque eso no afectaba la misión, solo les haría el trabajo más sencillo. La aglomeración de personas en las calles principales en Trost era abrumadora, sin la ayuda de las Tropas de Guarnición sería peor el caos. Se oían llantos, súplicas, y se podía ver ojos muertos, expresiones cargadas de pánico y que provocaba un gran dolor a quienes les prestaran atención.
Muchos tenían familia, amigos o algo que los mantenía en pie, e iban a morir por ello.
La castaña dio una rápida mirada a su alrededor, podía sentir la carga que llevaría el resto de sus días. Suspiro desganada, por lo menos sus hermanos le hicieron caso y no se acercaron, o, eso creía; a lo lejos se veía una cabellera rubia sostener un sombrero y a lado dos pares de ojos que reconocería donde fuera.
—Niños... —musitó
—Mocosa mayor —llamó Levi al ver a su subordinada mirar hacia la derecha, supuso saber a quienes vio, sin embargo, él no tenía la desgracia de conocerlos aún
—Ya te dije que soy Jazmín o la dueña de tus sueños —corrigió con los ojos puestos en él
—Tks —Levi puso los ojos en blanco—. En cuanto Erwin de comienzo a la expedición, tú tendrás que adelantarte.
—Lo sé, haré todo lo posible para que el escuadrón siga intacto. —Levi negó
—Será su primera vez que vean un titán, si algo llega a pasar... no hagas estupideces, no trates de salvar lo imposible.
—Cuídate, Levi, tú tampoco hagas estupideces —Jazmín sonrió, antes de volver a poner una cara seria
—Lawson, es hora —indicó Mike antes de ponerse junto a su escuadrón
—Oye, no mueras. —Una de sus manos la tomó por el brazo, impidiendo que se marchará—. Es una orden.
—Entendido, capitán.
—¡Doy inicio a la expedición reconquista de la Muralla María! ¡Entreguen sus corazones, avancen!
