Como un ángel caído que cayó del cielo, ven, desciende hasta donde estoy. En la noche estrellada está la oscuridad y en la eternidad Diosa tú serás... vuela al cielo.
Volaremos lejos, encontraremos la manera.
Veremos el final, seremos el final.
S...
No hay celebración más grande que pasarla con personas a las que estimas.
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Jazmín miraba el cielo resplandeciente desde el patio principal, ese día no había entrenamiento pues la Legión estaba ocupada recibiendo a los miembros de otros regimientos que pidieron su transferencia. Su alegría era notoria desde aquella tarde en que Levi le propuso sincerarse mutuamente después de recuperar la Muralla María.
El trío inseparable la veía con una sonrisa, sin entender la felicidad de la mujer que terminó por criarlos. Eren tenía sus sospechas después de pasar dos meses más al lado de sus capitanes, ambos estaban de buen humor y eso solo significaba una cosa: algo había ocurrido entre ellos.
—¿En qué estará pensando? —inquirió Mikasa mirando con amor a su hermana que se fue a sentar bajo la sombra de un árbol—. Desde que llegamos a la Legión casi no la he visto así de contenta.
—No lo sé, pero me alegra verla así —comentó Armin—. Cuando éramos pequeños ella nos contaba que era divertido ser capitana, pero ahora me doy cuenta de que solo lo decía para no preocuparnos. Oye Eren, tú tienes más tiempo tratando a los capitanes, ¿es cierto los rumores que se dicen?
—No lo sé. —Eren suspiró—. Son raros. Se insultan, se cuidan, se dan miradas extrañas, sus entrenamientos terminan en casi perdiendo el conocimiento, pero nunca los he visto hablarse con amor. El capitán es muy tosco y Florecita es... una bruta que no se deja de él. Ella me ha dicho que solo es una amistad, que no puede haber nada entre ellos, pero los he descubierto en varias ocasiones estando demasiado cerca, casi hasta puedo decir que se estaban besando.
—¡¿Mi hermana con ese enano?! —exclamó Mikasa con horror—. Ni hablar, ese cara de estreñido no puede estar con alguien tan hermosa como ella.
—Mikasa, no tiene nada de malo —debatió Eren con el ceño fruncido—. Antes pensaba igual que tú, no entendía ese afán del capitán de no dejarme acercar a ella, pero luego comprendí que la estaba protegiendo de un chico que no sabía controlar sus poderes. Él a su manera la cuida, me gustaría que fueran algo más.
—No me importa, no me gusta esa idea, simplemente no los puedo ver juntos... pero si existe algo, no me quedará de otra que apoyar a mi hermana —cedió la azabache—. Y si van en serio, que tengan bebés. Quiero ser tía, aunque más bien serían mis hermanos.
—Mikasa, ¿ya sabes cómo se hacen los bebés? —inquirió Armin mirando fijamente a su amiga quién asintió—. Entonces sabes lo que tendrían que hacer para tenerlos y el capitán se ve muy... rudo y Jazmín muy... serían un peligro juntos.
