Capítulo 47: Alida

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Capítulo 47: Alida.

La verdad puede desenterrar lo que habíamos creído haber olvidado.

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Solo hago esto para poder calmar mis demonios, nunca pensé que mis decisiones llegarán a traer desdicha a mi familia, pero en cierta parte, no me arrepiento. Haber tenido a Alida como hija fue lo mejor que me pudo haber pasado...

Al comenzar a escribir, no sabía por dónde empezar, hasta que a mi mente llegó el recuerdo de ese día. Gracias a esa muerte me tope con una dolorosa decisión que me llenó de felicidad.

—¡Pare! ¡No puje, señora Lawson!

Los gritos de mi esposa podían escucharse por el pasillo, desde hace doce horas había comenzado el parto de nuestro primer hijo. Sabía que no sería fácil, pues en todo el embarazo Rosé presentó amenazas de aborto, sin embargo, ella nunca se rindió y lo estaba demostrando de nuevo.

—Tranquilizate, hermano. Los partos suelen ser dramáticos.

—Dominus, ¿te recuerdo cómo estabas durante en nacimiento de Albert? Me preocupa que Rosé no lo logre.

—Ella no va a morir, es demasiado buena para morir y dejarnos con un vacío.

De nuevo los gritos de mi adorada mujer llenaron los rincones de la residencia, solo mi familia y los que serían los cuidadores de mi descendiente éramos testigos del sufrimiento de mi amada Rosé.

De pronto, todo se volvió silencioso. No había gritos, no había órdenes de que no pujara, no había un llanto... no había nada que no fuera silencio. Tras varios minutos de espera, la puerta se abrió. Era mi cuñada, Magna no tenía buena cara y eso me preocupó.

—Frederic, pasa, por favor.

Ante la seriedad de mi cuñada entre sin preguntar nada. La habitación era un desastre: las sabanas estaban manchadas de sangre, al igual que el mandil de la comadrona, las toallas que utilizaron también estaban manchadas y mi mujer... ella estaba sudada y parecía dormida. El parto se había complicado, no había que ponerse a pensar demasiado.

—Hicimos todo por salvarlas, pero...

Así que era una niña.

Mi vista se enfocó en mi cuñada y luego en el pequeño bulto enrollado en una manta que cargaba. La tomé con cuidado y destapé parte de la manta... mi bebé, era el ser que su madre y yo esperábamos con ansias. Apesar de la suciedad por los fluidos, se podía apreciar mechones rubios, era demasiado pequeña y era hermosa, pero no se movia, no hacía ningún ruido; mi pequeña no respiraba.

Requiem for Freedom. || Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora