Como un ángel caído que cayó del cielo, ven, desciende hasta donde estoy. En la noche estrellada está la oscuridad y en la eternidad Diosa tú serás... vuela al cielo.
Volaremos lejos, encontraremos la manera.
Veremos el final, seremos el final.
S...
Un nuevo Mundo se mostró ante nuestros ojos, pero por muy hermoso que fuera, seguía siendo cruel.
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Todo el mundo dice que Eren cambió, yo también lo pensé, pero... Jazmín también ha cambiado y nadie parece notarlo. Su comportamiento es cada vez más reservado, ya casi no sonríe, pero es más entregada a nuestra familia.
Quizás nunca cambió, quizás siempre fue así desde un principio, pero le hicieron sentir y ahora no sabe que cara poner. Algo le pasa y me preocupa, pero no puedo presionarla más.
Lo único que sé... es que daría mi vida por verla tan feliz como el día en que nos casamos.
Eren se sentía mal, el viaje en barco no era como lo había imaginado. Sin mucho remedio tuvo que ir al camarote donde Jazmín y Levi estaban para que le diera algo para el mareo, pero se llevó una sorpresa al encontrar a Jazmín tirada en el piso. Asustado cerró la puerta y en dos zancadas llegó hasta a ella, Jazmín no dejaba de llorar mientras se sostenía el estómago. Algo estaba mal, muy mal, pero no sabía qué y su Florecita no parecía querer salir de su ensimismamiento.
—¿Qué pasa? —preguntó preocupado, su rostro estaba pálido y varias gotas de sudor cubrían su rostro—. Jazmín, dime qué pasa o iré con el capitán para...
—No —pidió Jazmín agarrándolo de la manga del saco—. Estaré bien, solo... solo necesito un momento.
—¿Estás loca? Estas mal, sé que algo no está bien. —Eren se puso de pie, incómodo de ver que solo estaba cubierta con una sábana, dándose una idea de lo que había pasado en la habitación horas antes
—Son cosas de mujeres, no es para tanto —comentó esperanzada de que le creyera. Con mucho cuidado se levantó, asustando más a Eren al ver un pequeño coágulo de sangre sobre el piso
—Jazmín, ¿qué es...? ¿Qué es eso? —inquirió patidifuso.
—Ya te lo dije, son cosas de mujeres —le dijo conteniendo el dolor, debía mostrarse fuerte—. Vete por favor, necesito arreglarme.
—Pero...
—Eren, no me pasará nada —lo tranquilizó—. Solo no le comentes de esto a nadie, sería vergonzoso.
—Está bien.
Jazmín cerró con llave una vez sola, primero limpió el suelo, recogiendo el residuo con sumo dolor, una vez limpio el suelo se dirigió al baño. Abrió la regadera y dejó que el agua caliente se llevará el resto de la sangre entre sus piernas, se sentía pésima, solo quería permanecer ahí en el agua para llorar y que nadie se diera cuenta, pero tenía motivos de sobra para tragarse el dolor y trabajar.
