22- Silencio

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Levanté la vista y pude ver como sus ojos brillaron de una forma extraña y me alteré, podía ver qué aún seguía molesto y su mirada se dirigió a mi cuello, la idea de que aún quedaba un segundo sello por hacer pasó por mi mente.

Se regresó hacía su general, Gabriel apenas llegaba detrás del rey pero parecía que escucho bastante de nuestra conversación, el rey le dió una orden.

_ Traigan cuervos de montaña_

Esos seres no representan una amenaza para un dragón, una serpiente lo eliminaría de inmediato pero no un dragón que no siente ninguna amenaza. Solo quedaba esperar a que sea igual que en la historia, y se suponía que esa creatura estaba desde antes de que yo naciera. Era difícil creer que mi presencia hubiera cambiado ese hecho. e

El rey gruño al ver que no había una respuesta.

_ El cuervo Gabriel _ exigió nuevamente.

Gabriel asintió y salió preocupado a toda velocidad, solo teníamos que esperar a que el cuervo confirmara mi teoría.

_ Si tienes razón, esto también es mi culpa _ gruñó el rey.

_ Me equivoqué o no, de cualquier forma es su culpa_ Tiene la culpa de ser un idiota.

Le faltaba gruñir mientras decía esas palabras, a mí tampoco me estaba gustando la idea de que acepte su culpa de esa forma realmente, ojalá fuera de una manera más fácil, pero no me sentía mejor, creo que claramente tenía un poco de fiebre por la herida en mi espalda.

Me enfermo fácilmente siendo una humana después de todo.

_ ¿Ailin?_

Sentí la voz de Noha preocupado, pero yo estaba hirviendo por dentro y por fuera, al segundo siguiente terminé de espaldas al piso y sentí como alguien me terminaba de arrancar la tela de la camisa. Me sorprendió y tuve un mal presentimiento con una extraña idea, pero ni siquiera podía hacer algo. Que impotencia si solo podía rogar por dentro que no sea lo que me estaba imaginando.

Está vez se sentía algo frío en mi espalda, no podía creer que me estuviera curando de esa forma frente a alguien, además, aún no se había confirmado nada, mi voz salió cansada.

_ Espere..._

Lo último que ví después de eso fué la mano del rey apoyada a mi lado mientras sus uñas se hundían en la tierra por la molestia de tener que volver a curar mis heridas de esa forma.

Me desperté en la cama de mi habitación sin tener idea como es que llegue de regreso al castillo a salvo, mire a través de la ventana y parecía que ya había anochecido.
Podía moverme por completo y no sentía absolutamente ningun dolor, el rey me curo después de todo. No iba a morir por esa marca en la espalda, no tenía porque hacer eso, aún así, ya no me dolía nada, solo mi orgullo.

A Clarisa le decían la santa por su habilidad mágica, estoy segura que el rey no podía revelar su habilidad de sanación por lo difícil que era tener que estar lamiendo las heridas de otros para que se cure.

La luna iluminaba la habitación en su totalidad, eran esas noches claras así que estaba agradecida porque podía ver claramente dónde me encontraba y eso me tranquilizó de alguna forma, sabía que si estaba en ese cuarto y no en una celda o muerta era porque todo había terminado como mencioné.

Si confirmaron que había un dragón de plata en la cueva entonces dudo que hayan ingresado con las armas que llevaban, no sería suficiente.
Aunque estaba molesta con el rey y quería saber en qué terminó todo, ya era tarde y volvía a sentir el cansancio.

Al día siguiente me levanté por la tarde, nadie apareció para despertarme, ni Gabriel, ni Erika o Dinai. Me levanté de la cama y tome algo sensillo del armario, me cambié y dejé mi cabello suelto sin ningún adorno, estaba preocupada así que apenas estuve lista salí de la habitación.

No correspondida ni como villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora