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Tal vez aquí sentándose uno frente al otro era lo mejor, debíamos hablar sobre nosotros y sobre los niños que ahora se encontraban en el colegio. Debía decirle que me diera otra oportunidad y que quería volver a intentar algo, tal vez volvernos a casar y continuar con nuestras vidas como antes estábamos haciendo...

¿El problema?

Él estaba llorando, rogándome que no me acercara a él. Me tenía miedo.

Tendría que haber esperado una reacción parecida pero mi mente fue muy egoísta, sólo pensé en mí, en lo que a mí me beneficia y no pensé en él, en sus sentimientos.

Me sentía la persona más culpable de todas.

Tal vez los cinco años en aquella celda no fueron suficientes para pagar el verdadero error. Pero no podía hacer nada, o aún puedo alejarme, desaparecer de su vida.

Podría ser una opción.

Mi corazón dio un vuelco en cuanto sus hermosos luceros se llenaron de gruesas lágrimas, sentí como poco a poco mi cuerpo se desboronaba, como me rompía ante él.

Su vida era mejor sin mí.

Pasó cinco años totalmente solo con tres cachorros, cosa que me hace sentir peor.

No puedo volver a decir que estoy arrepentido, sueno como un disco rayado diciendo siempre lo mismo, lo más cliché visto por todos.

La sonrisa de la que me enamoré... Él dejó salir una risita, forzada y dolorosa para mí, él de verdad se estaba esforzando en este tema.

Seguía siendo yo el egoísta.

Al fin y al cabo, fui yo quien echó a perder una hermosa relación, un futuro lleno de esperanzas y sonrisas juntos y con nuestros cachorros.

Al decirlo y pensarlo, me hace sentir vacío, además de que mi lobo desapareció hace mucho... sin dejar nada más que mi tenue aroma, siendo inservible. Soy despreciable.

Intentar algo de nuevo, sería jugar a la ruleta rusa día a día, qué tocará cada mañana, ¿nos enfadaremos nuevamente? ¿Le haré daño una vez más? ¿Sufrirán mis niños?

Definitivamente es algo a lo que no me quiero arriesgar por más amor que le tenga, no me permitiría volver a dañar tan bello ángel. Mis manos se hicieron puños a mis lados, pensando en una respuesta para su pregunta... "¿Seguirás visitándome aún si mi respuesta es un no?"

Mi intención era esa, venir día a día a decirle "lo siento", darle regalos y detalles para volver a enamorarlo, pero ver sus ojos tan vacíos, casi gritando que le dejara en paz, hizo que una oleada de sentimientos recorriera mi cuerpo. La anterior vez se controló por los cachorros, ahora no había nada que le impidiera verme así, con desagrado y miedo. Supo actuar demasiado bien para proteger a los que de verdad ama, los quiere alejar de mi por eso mismo, un día puedo ser el mejor, pero al siguiente o en un par de horas puedo dar un cambio rápido y malo para los que me rodean.

No puedo hacer nada para hacerle cambiar de opinión.

No yo mismo sé qué es lo correcto ahora mismo.

—No... —mi voz salió baja, yo mismo me arrepentí, quería decirle que sí, pero no lo podía obligar a quererme de vuelta.

Observé ahora sus manos temblorosas por encima de la mesa, la sortija con la que un día nos prometimos amor eterno descasaba en uno de sus dedos, dándome un aire nostálgico y repleto de cosas hermosas a su lado.

Sus ojitos se cerraron, sus labios se fruncieron levemente al igual que su ceño, preocupándome. De sus finos labios salió un pequeño suspiro, seguido de un sollozo.

—Gracias...

Me destrozó.

Tanto como yo a él.

—Puedo... saber las razones... —pregunté, casi suplicando que no me mandara a la mierda.

Pero sus luceros me observaron, bajó la mirada otra vez, centrándose en sus manos y en dejar de temblar tal vez, a paso lento sacó la sortija, jugando con ella entre sus dedos.

—Estoy... conociendo a alguien...

A lo que me refería antes, yo tengo muchos cambios drásticos, estuve a nada de romper la mesa con mis manos, me controlé, pero estoy seguro de que mi rostro ardió en rabia e impotencia.

Mordí mi mejilla interna hasta sentir el sabor de la sangre por toda mi boca, solté un suspiro.

—¿Te hace feliz?

—No estoy seguro de ello, pero quiero probar...

Lo observé, sus ojos me decían otra cosa, expresaban dolor sí, pero algo dentro de mi me decía que lo detuviera, y lo intenté por más egoísta que fuera. Pero simplemente lo quiero para mí, para yo protegerlo, aunque haga lo contrario, lo deseo con toda mi alma, anhelo tenerlo siempre para mí y es algo que no puedo suprimir.

—¿No te pensarás más darme una oportunidad? Han pasado tres meses... He conseguido un empleo y tengo un pequeño departamento, estoy estable económicamente.

—Sabes que yo no me voy por interés de dinero o posiciones... Chan, me lo pensé, demasiado, traté de... encajar las piezas que antes uní sin problema, ahora las cosas han cambiado. Puedes ver a los niños las veces que quieras, pero no te puedes acercar a mí con esas intenciones nuevamente... —sus ojos se posaron en los míos, examinando mis expresiones—. No te daré otra oportunidad, no soy un juguete con el que puedes jugar y tirar las veces que quieras. Querías mi respuesta y es esa. Sé que somos destinados, pero algo así no me hará pasar dolor otra vez, no después de haber expuesto a las personas más importantes para mí. ¿Crees que te habría perdonado si ese día llegabas a violarme y habrías matado a mi cachorro? ¿No has pensado en ese entonces? Shota solo tenía un mes conmigo, era prácticamente nada y con una intervención así lo habrías matado... soy consciente de que no lo sabías, tampoco cuando rompiste el lazo, pero tienes que aceptar que no tenías el derecho a hacer algo así. Quiero perdonarte, mi lobo, mi corazón, mi alma me lo piden, pero yo no pienso con el corazón, pienso con la cabeza y mi amor por ti no es más fuerte que el de mis hijos. Hay prioridades y son ellos muy por encima de ti.

 Hay prioridades y son ellos muy por encima de ti

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