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No se habían movido, seguían allí viéndose a los ojos para confirmar por ellos mismos lo que estaba pasando, sí de verdad iban a pasar a algo más para salvar sus propias vidas.

—Tengo qué decirte algo, antes de nada, Jeongin...

—Yo también... —dijo el castaño alzando sus manos para posarlas en la nuca del alto, de sus labios salió un suspiro pesado.

—Ese día... Antes de eso, tendría que haberte dicho la verdad sobre mi naturaleza... —mordió su labio algunos segundos, montando en su cabeza párrafos enteros para explicarse bien, aunque las palabras dejaron de estar planeadas y salían sin pensarlas—. Soy un Alfa puro... —el castaño retiró rápidamente sus manos, dejándolas contra su pecho—. Cuando eso pasó estaba tan molesto que le dejé salir porque no estaba bien... Te dañó.

—¿No... no fuiste tú? —la voz entrecortada del mayor salió tan fina que Chan sostuvo su rostro otra vez.

—Lo siento, es algo que debí decirte, pero no tenía la valentía de decirte que tengo a una bestia dentro de mí —una pequeña sonrisa surcó sus labios.

—Yo... —Jeongin amenazó con llorar allí mismo, estuvo juzgando mal

—Ahora me tendrás más miedo...

—No... ya no lo tengo... soy un Omega puro.

—¿Qué dijiste?

"Ah, Bang, tienes a una joya como Omega, déjame poseerla esta vez..."

—Estaba embarazado cuando te conocí y lo menos que quería era arriesgarme y dejar libre a mi Omega, con los meses te conocí más, pero me fue imposible decírtelo... ¿Y tú cuándo pensabas contármelo? Cuando te condenaron dijiste que eras tú.

—Si hubiera dicho que fue mi Alfa, lo más posible es que me mandaran una pena peor.

—Shota es un Alfa puro —dijo ahora evitando la mirada del menor.

—Chanhee y Jungwoo son Omegas puros.

Ambos guardaron silencio.

"Innie, con o sin tu permiso, saldré esta vez. Lo siento bonito, pero es un Alfa puro..."

"Yang Jeongin..."

(...)

Sus labios danzaban al compás, las manos del Alfa viajaban por el cuerpo contrario deleitándose ante lo caliente que estaba la piel del castaño.

Alzó una vez más sus caderas, chocando nuevamente con las del mayor, sacándole un gemido más, sonrió orgulloso, esta vez acercó su rostro para acariciarlo y contemplarlo así, de esa forma tan distinta. Su frente estaba sudada, al igual que todo su cuerpo, su piel parecía arder ante cada toque, sus gemidos esa noche eran más altos, con más deseo que otros días. Y eso era porque no era del todo Jeongin, tampoco era del todo Chan.

No eran precisamente ellos, pero estaban allí, aunque fueran sus lobos quienes se estaban devorando mutuamente.

En cuestión de horas no solo había una marca en el cuello del mayor.

Existían lazos especiales para parejas especiales, como su caso, siendo sangre pura, su lazo era diferente al de los Omegas y Alas, no era sólo el Alfa quien marcaba al Omega, el Omega tenía el derecho y la libertad de marcar lo que le pertenecía también. Así que ambos tenían marca.

Jeongin dejó su aroma en el cuerpo del menor con esa marca, Chan también pero además esa marca le permitía alejar a cualquier Alfa, podía sentir las emociones de su Omega y cuando quería, podía sentir también al propio Omega y no a Jeongin.

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