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Chan retiraba suavemente las lágrimas del rostro de su novio, sonriendo enternecido cuando éste formó un puchero y dejó salir unas cuantas lágrimas más.

Acababan de salir del hospital y le dijeron que era la última cita antes del parto y Jeongin estaba triste, emocionado y con miedo ante lo que se le venía encima en unos días, si es verdad que Chan estaba con él, pero recordar su anterior embarazo le hacía traer memorias que quería borrar de su mente.

Shota se adelantó y tuvo que estar en el hospital porque su organismo no reaccionó tan bien como esperaba y bueno, tuvo bastantes problemas.

Pero gracias al cielo su pedacito de corazón estaba perfectamente.

—Bae estará con nosotros en unos días, ¿no te alegra? —preguntó suave, Jeongin asintió débil, dejándose mimar y consentir, lo necesitaba más que nada.

Sentía que su Omega estaba más exigente y con derecho, Chan trabajaba y no tenía muchas energías para estar al pendiente de sus deseos, lo entendía, pero se sentía solo.

Chan siempre intentaba rellenar sus huecos con momentos junto a su pareja, pero Jeongin parecía necesitar más atención y no se conformaba con los ratitos que le dedicaba, y él también entendía a su Omega y comprendía que tenía que hacer algo al respecto.

Y le sorprendió diciéndole que había tomado días libres para pasar con él a solas antes del nacimiento de su pequeña Bae. Si es verdad que Jeongin se soltó a llorar y le dijo que estaba exigiendo algo no tan necesario. Pero Chan le eso.

—¿Quieres mochis de fresa?

—Odio los mochis de fresa...

—Cierto...

—¿Quieres ir a casita a descansar abrazados o vamos a la cafetería y eliges lo que más te guste? —Jeongin sorbió su nariz alzando su cabecita.

—Quiero mimos y mochis...

—Bien, ¿qué sabor quieres? Los pasamos comprando...

—Amo los mochis de fresa

Chan juntó sus labios en una fina línea, asintiendo levemente.

—Mochis de fresa serán...

(...)

Shota se dejó alzar por Chan mientras su papá Jeongin dormía en el sofá, y sus hermanos jugaban con los niños nuevos. No tenía con quien jugar así que Chan le propuso ir a comprar comida para su papá Jeongin, el niño emocionado se abrazó a su cuello.
Poco a poco empezaba a querer a Chan, el mayor siempre estaba atento a él y le consentía incluso más que Jeongin, dándole dulces y jugando con él cuando sus hermanos estaban ocupados.

Era genial tener a Chan porque no era como cuando estaba solo con Jeongin que tenía que aguantarse y sentarse a jugar solo mientras su papá hacía cosas en la casa y sus hermanos estaban haciendo deberes.

No es que odiase eso porque reconocía que Jeongin se esforzaba en sacarlos adelante.

—¿Quieres estos? —el azabache los observó, leyendo la etiqueta como si de verdad le interesara, giró la bandeja para ver el contenido y al ver las donas de chocolate blanco asintió eufórico.

Pasaron el resto de la tarde comprando cosas para el mes y algunos gustos que pedía el azabache menor.

Al volver a casa Shota le contaba abiertamente a Chan que le gustaba una niña de su clase, la menor parecía ser muy callada pero cuando salían a jugar realmente parecía más un niño porque no se iba con las otras niñas a jugar con muñecas, se quedaba con él a jugar a los superhéroes.

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