Poco tiempo después de la boda se dirigieron al regalo de parte de los padres de Taeyong lo cual era su casa de recién casados que estaba en un barrio lujoso de Seúl, sin duda un lugar que Ten jamás habría visitado en su vida ya que su familia no tenía el dinero suficiente para ese tipo de lugares. Aveces se sentía un poco mal de la diferencia económica entre Taeyong y el, es decir, tan solo pensar en cuando visitó la casa de su esposo la primera vez fue alucinante
Desde que entraron al patio quedo boquiabierto con lo amplio que era, literalmente solo el patio era del tamaño de toda su casa, sintió la inseguridad de nuevo recorrer todo su cuerpo, y aunque se sintió un poco mejor al notar que a Taeyong parecía no importarle igual se preguntaba hasta este momento en el que se casaron ¿Por qué se fijo en él? No podía ofrecerle nada más que su amor
— ¿En qué piensas mi tesoro? — preguntó el castaño mientras acariciaba la cabeza de su esposo
— Pienso en el por qué elegiste casarte conmigo — contesta volteando hacia sus pies y los mueve un poco, se crea un silencio extraño en el auto y justo cuando el ambiente esta por hacerse incómodo Taeyong decide hablar para evitarlo a toda costa, después de todo sería algo muy tonto amargar así su noche de bodas
— Porque me hiciste obsesionarme a ti Ten, te amo con la fuerza de más de mil soles —
— Pero tuviste tantas opciones y elegiste al hijo del cocinero de la comida tailandesa — Taeyong cambia su expresión a una sonrisa, toma su mano y con la otra toma levemente su mentón logrando que por fin el menor lo mire a los ojos y darle un largo beso
— ¿Y eso no te demuestra que te amo? El que te elegí a ti desde el día uno — el pelinegro quedó en silencio pero sonrió levemente y asintió
Taeyong unos segundos después apagó el auto — Llegamos precioso — se bajó rápidamente para correr a abrirle la puerta a su esposo