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Hacía poco que había salido de la estación de policía. Varios agentes caminaban detrás de él.

Después de que se fuera el detective Kwon habló un rato con el señor Jeon. Conversaron del caso y este también aprovechó para hacerle unas preguntas sobre a hijo, Jungkook. Él no respondió con seguridad algunas de ellas, debido a que no había tratado mucho con el pelinegro. Casi siempre que lo veía, Jimin también estaba presente y no habían tenido el tiempo suficiente para hablar sobre ellos.

Debía de aceptar que los sentimientos que creía enterrados, habían vuelto a florecer de entre lo profundo de su corazón así como un ave fénix renace de entre las cenizas.

Soltó un largo suspiro y abrió la puerta de su apartamento tratando de apartar los pensamientos que estaban apareciendo en su mente.

—Lisa, ya llegué —habló al aire.

No recibió respuesta.

Frunció el ceño y encendió la luz.

La habitación estaba igual a como la había dejando en la tarde, no obstante un ambiente tenso estaba presente en el lugar. Tomó su celular y llamó a los oficiales que estaban afuera de su apartamento. Le explicó que tenía un mal presentimiento y luego colgó el aparato para acercarse rápidamente a su habitación.

—¿Lisa? ¿Lisa, donde estás? ¿Lis...

El aire se escapó de su pulmones y percibió como una ola de frío lo recorría de pies a cabeza. Se tambaleó hacia atrás hasta que su espalda chocó contra la pared y se derrumbó. sus rodillas le fallaron y terminó sentado en el suelo contra la pared, recogió sus piernas contra su pecho y escondió la cabeza entre sus piernas.

Escuchó cómo los policías se hacían paso en su apartamento. sintió como uno de ellos se arrodilló frente a él pero su garganta se encontraba con un nudo tan grande que no era capaz de hablar. Elevó la vista y vio como una chica de cabello negro azabache intentaba hablar con él, abrió la boca para hablar, sin embargo ninguna palabra surcó de su garganta. La joven  oficial acarició con delicadeza sus cabellos rubios por unos cuantos segundos, antes de adentrarse a la habitación.

Su cuarto.

Cuando entró buscando a su amiga, jamás espero ver lo que vio.

la luz de la alcoba estaba apagada y la ventana abierta de par en par, dejando paso a la clara luz de la luna que iluminaba el cielo esa noche. Un halo de luz se hacía paso por la habitación, dando directo contra la cama... sobre las suaves sábanas que cubrían su colchón, su amiga Tamara yacía con la misma ropa que traía por la mañana. Su blusa caía rasgada por su hombro derecho, dejando a la vista un símbolo grabado en su clavícula. no tenía que adivinar lo que era, pues ya se lo imaginaba.

Sus brillantes ojos azules se encontraban abiertos como platos en sus cuencas, de un todo, ahora, más apagado. Su cuello nívea ahora se veía cubierto por un gran corte que llegaba hasta su yugular, tiñendo las almohadas en y la cama donde estaba de un tono carmesí.

Cerró los ojos con demasiada fuerza, tratando de olvidar las horribles imágenes que ahora se reproducían en su memoria. No contó los minutos que pasaban. ya no escuchaba nada del revuelo que se presentaba frente a él.

Sintió unas cálidas manos envolver sus mejillas, provocando que se sobresaltara de sobremanera, abrió los ojos tanto, que temió que se salieran de sus cuencas. Soltó el aire que había retenido y su cuerpo se relajo al observar los cálidos y tranquilizadores orbes ónix que lo observaban con preocupación. Veía como su menor le hablaba, pero su cabeza estaba tan revuelta que no lograba procesar nada de lo que le decía.

No sabía que las lágrimas caían por sus mejillas, no hasta que sintió los delicados dedos de Jungkook remover las gotas saladas de sus mofletes. El menor la atrajo hacia él y lo abrazó con fuerza. El se dejó hacer, dejó que el pelinegro lo tomara en brazos y comenzó a caminar con él llorando sobre su pecho.

Perdió la noción del tiempo en cuanto se durmió, solo sabe que se dejó llevar por los brazos de Morfeo sintiendo un cálido abrazo rodeándolo.

El hijo de la luna (Vkook) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora