VI

89 9 0
                                    

Comimos súper bien y fue tan acogedor como estar en casa. La madre siempre estaba pendiente de que me echaran más comida y el padre me preguntaba por los libros con mucha pasión, algo que me encantaba porque era mi mundo. Me gustaban los videojuegos y de ellos sacaba muchas cosas que me ayudaban a la escritura, entre ellas, las grandes y maravillosas bandas sonoras que me sumergían en ese mundo. Algo que les explique con una pasión que no se ni de donde salió la verdad. Solo se que a ellos les encanto escucharme incluso miraron en Amazon para comprar el libro, el único que había auto publicado, y que, para mi, era increíble porque tenia muchas temáticas juntas. Personajes totalmente diferentes, y una narrativa que hasta ahora no se había visto en ningún libro. Algo que asegure muy dispuesta.

—Les caes muy bien a mis padres.
Comentò Jhose bebiendo una Coca Cola que ya estaba aguada por el calor. —¿Ves? Te lo dije, aquí no tienes nada que temer. —Volvió a beber.

—¿Puedo contarte algo?
Asintió. —Ayer estuve con Katie. —Me miró de reojo. —Te lo juro, nos encontramos en la playa, su perro me asaltó la cara y comenzamos a hablar. El caso es que entre una cosa y otra, acabamos en mi casa. —Jhose solo me miraba expectante. —Fui algo borde con ella, y cuando se fue a ir le grite que soy lesbiana.

Jhose escupió toda la Coca Cola. —¿Por que hiciste eso?

—Para que se alejara lo máximo posible de mí porque no podía mantener la distancia con ella.

—Madre mía tienes un cacao mental impresionante Meryem. —Se sentó en las escaleras de fuera y yo le seguí. —Déjate llevar. ¿Cual es el miedo?

Me quede mirándole. Apenas sabía que decir porque en realidad tenía razón. Dejarme llevar era una buena opción, pero con alguien así, era bastante complicado. Ella era la perfección en sí misma, famosa y mayor que yo. Su inteligencia incluso era algo deslumbrante, hablaba bastante aunque conmigo se cortaba e intentaba hablar más despacio, pero cuando lo hizo ayer, pese a los silencios incómodos, decía cosas increíbles de escritores que la habían encantado. Es una gran persona, lo sé y lo tengo claro, sé que sería perfecta y que con esa perfección podríamos quizás formar algo, aunque también pienso que soy yo, yo y mis ideas irracionales.

—Creo que... me gusta pero yo a ella no.

—Eso no lo sabes, queda con ella ve conociéndola.

Y ahora era un buen momento para que nos viéramos, quizás hablar de lo que habíamos hecho, contarnos cosas para ir conociéndonos, y quizás explicarme aunque no era quien, quien era aquel chico, saber si de alguna forma tenía esperanza o si solo debía afrontar las cosas y verla como una conocida. Y quizás como mucho, una amiga.

—Me gustaría verla ahora, cuando llegue a casa, pero no tengo su numero, me tocará esperar a volver a encontrármela. —Jhose negó dejando la taza encima de la madera.

—Anda que no pedirla su Movil... ya te vale, hay que ser más rápida Meryem.

—Creo que me estoy confundiendo con ella, creo que solo estoy mal interpretando y que ella solo se acerca como conocida.

Me dió en el brazo. —No seas tan pesimista, pídele su numero la próxima vez que la veas.

Tenía muchas dudas Jhose lo sabía porque intentaba animarme con buenas palabras, parecía un hermano, muy protector y siempre escuchando cada cosa que decía.

La tarde terminó así que me fui a casa, Jhose insistió en llevarme pero negué para poder pensar en mis cosas, poder aclararme y sobretodo comenzar mañana con buen pie. Necesitaba tener la mente distraída, necesitaba sentirme sola, porque soy de esas personas a las que les gusta la soledad. Me encanta de hecho disfrutar de la noche, la suave brisa y las estrellas presentes al alzar la vista. Son cosas pequeñas que hacen que el mundo sea un poquito mejor, más bonito.

𝑺𝒊𝒏 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒆𝒓 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora