XX

79 5 3
                                    

Respire profundamente, era el momento. Incluso cerré los ojos para así por un instante, visualizar las palabras que poco a poco, diría a esos fans que nerviosos, ansiosos, esperaban educadamente y en orden, en la entrada principal. Katie y Natasha se mantenían lejos, a decir verdad el único que estaba a mi lado, era Jhose, que con su simpatía y buen humor, iba abriendo las puertas que nos encontrábamos. Era mi momento, el que toda la vida estuve esperando, 28 años. Aquí estaban.

Al entrar, mis ojos dibujaron la gran biblioteca como si fuese el mismísimo Olimpo. Mi cerebro, sin embargo, transitiva por todas las paredes, ventanales y puertas, dibujando un mapa mental para encontrar las salidas con la máxima rapidez posible. Las piernas me temblaban y mis pies completamente bloqueados, apenas podían moverse más allá. Note unas manos acariciar mis hombros, junto con un susurro que erizo mi piel.

—Yo estaré aquí.
Un beso en mi mandíbula y unas leves caricias que fueron más que suficientes, para seguir hacia delante.

Tanta gente apelotonada formando filas infinitas que, muy a su pesar, y, muy probablemente no serían firmados todos los ejemplares. Había niños, familias, gente joven, todo tipo de personas que al verme gritaron de emoción, y encima teniendo a Katie al lado, la ovación era mayor. Me senté junto a Natasha ya que como representante se sentaría al lado derecho de mi, Jhose iría en el izquierdo y Katie, de pie atrás. Como una comic com, la gente se sentaba expectante esperando a hacerme preguntas, para luego que fuesen firmados los libros.

—Hola me llamo Carles tengo una pregunta señorita Meryem.
Mientras que, como Carles, lo que querían eran entrevistarme, para revistas y muy probablemente, canales que en un futuro, conseguirían muchísimas visitas.

—Adelante.
Dijo Natasha.

—El libro es increíble, de ante mano te doy la enhorabuena.

—Gracias.
Me temblaba la voz.

—Pero... hemos leído en varias páginas muy fiables que llegará la película ¿es cierto?

La gente se asombró tanto que todos comenzaron a acercarse y hacer preguntas a la vez, a lo que tanto Natasha como yo nos fue imposible contestar. Seguridad decidió intervenir poniendo orden, pero una pregunta que si logre escuchar paro en seco toda respuesta que pudiese dar.

—¿Es cierto que Katie y tú estás saliendo?

Tanto ella como yo, la escuchamos, y detrás de todo ese ruido un silencio nos perseguía, no supe contestar ni siquiera Natasha la cual, estaba más pálida que nosotras, de hecho, Katie aunque es cierto que se había quedado en sock, parecía la más tranquila de todos.

La triste noticia, tuvimos que irnos antes de contestar más preguntas o, incluso, firmar los libros. Todo se convirtió en un caos y yo salí de allí lo más rápido posible, no quería saber nada.

—Espera, Meryem, espera...
Pero Jhose que poco a poco cada vez me conocía mejor, consiguió alcanzarme. —Escucha, no importa lo que piensen de ti y de ella, lo único que importa es que... estáis aquí, las dos.

—No lo entiendes Jhose, voy a joder su carrera.

—¡No! ¿Sabes porque? Por que tú estarás ahí para que eso no pase, y ella estará ahí para que a ti no te pase, deja de huir de los problemas.

—Me vuelvo a España.

Si quería volver, porque si, huía de los problemas constantemente, así funcionaba, el problema es que tanto Natasha como Katie, habían escuchado todo, y... debo decir que a ninguna le gusto en absoluto. Pero, eso son las presiones, de este tipo, un sin fin de subidas y bajadas que suben por una noria, hasta caer al vacio, sin control. Sin nadie que pueda agarrar ese momento y, simplemente, disiparlo, aunque sean un par de segundos, los suficientes para poder respirar, para poder sentir el aire en la cara, y, ser conscientes de que, lo que viene, quizas, sea mucho mejor, que lo que hay esperando ahí arriba.

Al fin y al cabo, solo somos agujeros. La presion mediatica es solo un confort de la sociedad asomandose para asi, conocer mejor as ese ser, cuyo nombre, hoy, retumba entre las paredes y cristales de un lugar magico, cuya magia es el simbolo de poder, enseñanza e, incluso, conocimiento. Bajo una presión que yo misma cree, aquellos que no puedieron entrevistarme, se asomaban entre los rincones buscando, así, quizás respuestas, y yo, personalmente sin poder darlas, tan siquiera poder explicar que pasaba por mi mente, ante el primer micorfono, el silencio, fue la unica respuesta que pude dar.

—¿Es cierto que Katie y tú estais juntas?                                                                                                                    Y sin embargo, antes de darme cuenta, de como el viento habia dejado de soplar, y como había conseguido, girar mi rostro para observarla con atención, simplemente no fui capaz. No pude.

—No.                                                                                                                                                                                        Aquella respuesta tan tajante, y, tan segura, provoco en Katie una incertidumbre, una negación con la que se fue por el mimsmo callejón, por el que había venido con Natasha.

Y, en mi mente solo podia viajar por España, tocar als nubes de nuevo, e irme lo más lejos posible de un lugar, que ahora, se había convertido en mi dolor, en mi recuerdo, y, junto a ella, una esperanza reprimida, que, poco a poco con el pasar de las horas, se convirtió en soledad, pues, no volvió a casa, ni siquiera llamó. Tampoco me cogió el teléfono.

—¿Has hablado ya con ella?                                                                                                                                            Aunque la parte buena. es que Jhose, siempre estaba atento, pendiente.

—No, no ha venido a casa.

—No, no ha venido a casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝑺𝒊𝒏 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒆𝒓 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora