𝑺𝒊𝒏 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒆𝒓

XVIII

Charles bajaba por las escaleras hablando con Natasha, miró por encima de sí mismo, y sonrió ampliamente al vernos, un gesto, que nosotros devolvimos. Natasha sin embargo, distraída y confusa, asentía al señor Charles sin hacer caso más allá de sus palabras, parecía una charla de esas, en las que papá y mamá te encierran para que no te escapes. La morena, sin armadura, completamente desnuda ante el, solo agachaba la cabeza. Jamás la había visto así, que esa mujer echa y derecha con carácter, y que siempre hacia las cosas bien, ahora estaba sometida bajo un hombre que, aunque estuviese enfadado, en su voz, no lo parecía.

—Vamos papá, ya basta, hemos venido este finde para celebrar el cumple de Meryem.
Devi, que en sus manos aguardaba una copa de vino tinto, escupió sus palabras con una tranquilidad difícil de entender y de explicar, ya que en parte, ella también era la culpable. —Déjala en paz es nuestra invitada.

—Lo que ocurrió anoche, no puede ocurrir más.
Interrumpió Jude. —Entiendo vuestra juventud, entiendo muchas cosas, pero bajo este techo no, y menos de esta manera. —Jude cuyo rostro amable y sonriente de la noche anterior, había completamente desaparecido para convertirse en una mirada fría y oscura. —Te aburres enseguida de tus relaciones, y, esta mujer, es una mujer, no una niña que va de pajarito en pajarito haber que pasa.

—Coincido.
Se cruzó de brazos el señor Charles.

La tensión en la sala era más que evidente. Jhose movía la pierna nerviosamente, Natasha seguía mirando al suelo como esa niña que, una vez fue, incluso Junior, Meredith y Katie que entraron con Oisin agitados y riendo, se callaron de golpe al ver la situación. Katie se sentó a mi lado casi sin moverse, tenía algo de tensión en su cuerpo, lo pude ver en su mandíbula. Devi sin embargo seguía bebiendo de su copa como si nada pasara.

—No puedes seguir así Devi, no vamos a consentirlo.
Charles levantó un poco la voz, provocando así que Junior se pusiera detrás de mi silla. —Estamos hartos de que utilices nuestra casa para tus aventuras porque eres incapaz de meter esas relaciones en tu vida.

—¡¿Y tú que sabrás papá?!
Gritó Devi dejando la copa encima de la mesa.

—¡ESTÁ EMBARAZADA!
"Mierda" todos abrimos los ojos, incluida Natasha que fue como una llamada de atención a su persona. Alzó la cabeza mirando a Devi como si la hubiese traicionado.

Ninguna dijo nada, solo se miraban atentamente, Devi con miedo, Natasha... bueno creo que por dentro estaba destrozada, realmente creo que Devi le gustaba más de lo que ella misma pensaba. Katie sin embargo, muy lejos de mostrar cualquier sentimiento contradictorio en su rostro, se mostró pálida ante la situación, aunque bebía su café con total naturalidad.

La situación, lejos, muy lejos de calmarse fue a mas, Natasha incluso tuvo que explicarle a Devi su embarazado, mientras que está solo bufaba y bebía de su copa con cara de buenos amigos.

—Creo que es mejor que interfiera y nos vayamos.
Me susurró Katie que me miró buscando aprobación.

Asentí. Me levante junto con Katie, ella fue a por Natasha y yo fui a por Devi. —No se que quieres hacer, tampoco me importa, nosotras tres nos vamos.

Devi me dio la espalda. —Me gusta más de lo que pensáis, pero son demasiadas responsabilidades de golpe. —Sentenció.

—Es buena persona, no se lo merece pero tú, sabrás.

Una vez en casa Oisin jugaba con su pelota de un lado a otro, se la tiraba así mismo dejándonos a Katie y a mi ver la televisión. Estábamos a gusto pero, personalmente pensaba mucho en la situación de Natasha y Devi, no sabría decir cómo hubiese reaccionado yo.

—Oye Katie.
Katie me miró. —Si tuviéramos una situación parecida a la de ellas... ¿que harías?

Katie se sorprendió, levantó una ceja y tensó su mandíbula. Bebió un poco de Coca Cola. —No lo sé, obviamente no querría alejarme de ti, pero nunca he pensando en tener hijos. —Movió las manos muy rápido. —Quiero decir, ya soy muy mayor para tenerlos, y si vale hay mujeres que los tienen muy mayores, pero yo no quiero ser así.

En este momento entendí muchas cosas, fue la primera vez que me hizo darme cuenta de la diferencia de edad, y de todo lo que nos podíamos perder. A decir verdad nunca lo había pensando porque a mí me daba bastante igual, pero, si lo pensaba fríamente llegaba a importarme. Katie al notar mi silencio volvió a mirarme, negó levemente.

—Hay cosas que es mejor no saber...
Susurró algo apenada.

—No es eso, no quiero tener hijos, pero si se diera el caso, estamos en etapas diferentes.
Katie asintió. —No había percatado por que me gustas demasiado. —Sonrió. —Pero es cierto que... —Me costaba terminar la frase. —Bueno, eso que estamos en etapas diferentes, creo.

Después de esa pequeña conversación en la que ninguna se quedó agusto, porque en el fondo no queríamos pensarlo, nos fuimos a la cama, Katie me abrazo contra ella, y como siempre tan dulce como es, besó mi frente y mi mejilla con un dulce buenas noches, tal dulce que provocó que los pelillos de la nuca, se erizaran.

—Relájate esta noche, no pienses nada cariño.