Al salir del aeropuerto, mis dudas habían cambiando, mejor dicho, se habían solventado. En primer lugar, y, quizás lo más importante, verla junto a mi caminando tan cedida y con la cabeza alta, me hacía ver y entender que esta vez, debía estar en sintonía con ella. En segundo lugar, ni siquiera cuando las puertas se deslizaron lentamente y, dieron nuestra salida, ni siquiera al ver, a todos esos fotógrafos que la habían seguido muy conscientes de que quizás, aunque probable, la pillarían con las manos en la masa, la importó. Al contrario me agarró con más fuerza.Sus ojos eran tapados por las gafas negras de aviadora que solía llevar en ocasiones, no tan especiales. Y aún, con esos cristales negros tapando el alma de su rostro, sabía perfectamente que estaban brillosos como la segunda vez que nos vimos. La brisa, caliente y leve acariciaba nuestras pieles en un pequeño detalle que antes, sin ir muy lejos, horas atrás, se había convertido en un caos. Casi, en una traición por mi parte, sin embargo ahora, la tranquilidad y, estar con ella, me relajaban. Aún pensaba en irme, pero no de la misma manera ni con la misma intensidad, de hecho, si me iba era con ella.
—¿Que piensas?
Me susurró. Mientras las luces parpadeantes, no dejaban de atacarnos y gritarnos que les mirásemos.Negué. Sonreí. Y la abracé. —Te quiero.
Salió de mí disparado, como si mi mente llevase tiempo queriendo decirlo. Ella se asombró, pero enseguida sus brazos me acogieron con seguridad, y, un dulce beso en mi cabeza fue suficiente para entender su respuesta.
—La próxima colaboración será con Pedro, estamos muy orgullosos de las decisiones tomadas, pero sobretodo de que este sueño se haya hecho realidad.
Besó mi frente. —Y de que Meryem lo haya hecho posible por tener la imaginación e inteligencia que tiene.Se despidió con la mano agarrando mi espalda, caminaba tranquila, como si nada pasara, o, no fuese demasiado importante. Me abrió la puerta de su coche, me sentó y acogió mi rostro entre sus manos, acercó sus labios y me dio un dulce beso en la nariz que provocó, que me sonrojara.
—No eres un secreto, eres alguien a quien gritar a los cuatro vientos.
Acercó sus labios dibujando una sonrisa tierna que, personalmente, a mi me volvía loca. Acaricio los míos levemente, como si esta vez, pidiera permiso, acorté la distancia besando esos labios que, amaba.
Aquella tarde fuimos a su casa, Oisin enseguida se abalanzó, como era de esperar aquel pequeño, tenía energía para dar y tomar. Sin embargo Katie, sonreía ante Oisin, o más bien, a mi trato con el. En el pasado ella había sufrido mucho, amaba a su perro, incluso más que a esos hombres con los que solía salir, esto, a ellos les molestaba, hasta el punto de que uno, llegó a pegarle. Cuando me contó la historia, en aquel momento en la caravana, me quedé en blanco, pegar a Katie es como pegar a un niño o niña, no tiene sentido, su carácter fuerte es más protección que otra cosa, y aunque tiene talante y fuerza, no es una persona a la que le levantarías la mano, bueno, corrigiendo, jamás lo haría y creo que nadie en sus cabales. Aquel chico intentó muchas más cosas aparte de eso, por suerte, él está tan lejos como ella de él.
Con el tiempo Katie se fue curando de todo eso, y conoció a Collin al cual dejó por sus celos asquerosos, ella se hacía famosa y él pues... no tanto, ni siquiera se acercaba al nivel de ella.
—¿Estás bien?
Besó mi nuca.—Si estaba pensando en todo lo que me contaste el día de la caravana. —Hizo una pequeña mueca. —Siento lo que dije el día de la entrevista, eres un sueño Katie, y los sueños pocas veces se hacen realidad.
Movió la mano hacia mis ojos, y con una dulzura extrema, me los tapó. Entonces noté sus labios acariciando los míos.
—Soy un ser humano normal, que te quiere y que después de meditar, entiende porque lo hiciste.
—No, no eres normal. Miles de mujeres querrían estar contigo y de hombres...
—Eso es porque han sabido sexualizarme en la gran pantalla, quieren estar con esa mujer, no conmigo.
—Si te conocieran se enamorarían más.
Me subi encima de ella. —Lo que me importa es que lo estés tú.
Me beso de nuevo pidiendo permiso con su lengua, acaricio mis pómulos hasta la nuca. Poco a poco fui tumbando su cuerpo, profundizando el beso que, sinceramente me provocaba mil sensaciones, de entre ellas amor, puro amor por ella. Se alejó un poco y me miró a los ojos.
—No te vuelvas a ir por favor, sé que fui yo, pero necesitaba entenderte y pensar, aunque lo hice mal, pero te aseguro que no volveré a desaparecer, tú no te vayas por favor.
Me abrazo contra ella besando mi cabeza. —Te quiero, más de lo que crees.
ESTÁS LEYENDO
𝑺𝒊𝒏 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒆𝒓
Teen FictionTodo ocurrió sin querer, no fue nada que me imaginará jamás, mucho menos con ella, era prácticamente imposible, vivíamos en mundos diferentes, incluso, el idioma era un problema. Y aún así, su leve sonrisa iluminada por los rayos del sol, fue más q...