Todo ocurrió sin querer, no fue nada que me imaginará jamás, mucho menos con ella, era prácticamente imposible, vivíamos en mundos diferentes, incluso, el idioma era un problema.
Y aún así, su leve sonrisa iluminada por los rayos del sol, fue más q...
Durante las grabaciones, Katie que estaba algo distraída no para de mirarme, de buscarme con la mirada, algo que yo intentaba que no hiciera para que estuviese completamente y al 100 por cien en las grabaciones.
—Vamos Katie, se supone que eres la queen, la dama de hierro del continnental.
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-Bien, seguimos chicos, a ver si podemos terminar esta escena.
La verdad se la veía muy presionada. Tanto así, que sus caras de disgusto pese a tener una máscara, se hacían notables. Suspiraba de vez en cuando mirando hacia mi. Otras veces ponía dos dedos en su sien.
—Esperad. Llame su atención y las de los cámaras y del directos. —Déjame hablar con ella. —El director me miró con cara de muy pocos amigos, se resignó y asintió.
Subí las escaleras bajo su atenta mirada, sinceramente me sentía como si ella fuese una reina y yo una plebella, me acerque con cautela, buscando, según subía, que la gente estuviese distraída. Entonces, llegue hasta ella.
—Eres la mejor en esto. Sonreí. —¿Que te pone tan nerviosa Katie?
—Que estes tú. Lo digno con duda. —Tenerte cerca es difícil, intento hacerlo bien, pero me pongo nerviosa.
—Buah Katie, no entiendes nada, la que debería estar cagada, debería ser yo. —La miré a los ojos. —Por ti, por tenerte cada día, por... simplemente besarte, y, tenerte tan cerca que no puedo ni respirar.
Me abrazo, se quitó la máscara, y levantando mi mentón muy despacio, junto nuestros labios en un beso perfecto, un beso que no era para nada sexual, más bien era lleno de cariño.
—Gracias. Dijo entre mis labios. —Eres increíble. —Besó mi frente.
Yo le puse la máscara, e de decir que con ella me daba algo de miedo, solo se le veían los ojos y debía tener una expresión de mala leche, de pocos amigos. Sonrió, lo pude ver por las pequeñas arrugas formadas en sus ojos.
—Seguimos.
Nosotros mientras Katie estaba a lo suyo, para no distraerla, decidimos ponernos cerca de la salida, justo en una mesita que había con comida.
—Mira el sitio favorito de Meryem. Río Jhose. Le miré mal. —¿Que? Te encanta comer... no es nada malo, pero es que las mujeres están obsesionadas con ser bicho palo, y creen que comiendo menos lo van a ser.
—La realidad es que esa es la sociedad la que nos obliga a ser bichos palos, tanto Fitness, tanto modelo palo, tanto decir a gente que está rellenita que fomentan la gordura, cuando encima eso no es verdad.
—La sociedad no entiende que hay todo tipo de cuerpos. Sentenció Natasha.
—Exacto, y que tienen que dejar a la gente en paz, son sus vidas, además de que no tienen que gustarte a ti, se tienen que gustar así mismas.