Todo ocurrió sin querer, no fue nada que me imaginará jamás, mucho menos con ella, era prácticamente imposible, vivíamos en mundos diferentes, incluso, el idioma era un problema.
Y aún así, su leve sonrisa iluminada por los rayos del sol, fue más q...
La noche fue tremendamente aburrida, me tumbe en el colchón para ver más de cerca, las manchas que tenía el techo por la falta de elaboración de los pintores, o, los dueños reales de este hogar. Escuché en la larga noche, el clok continuó de un grifo que muy probablemente sería el de la cocina, eso, y por no mencionar, el simple hecho de pensar que justo al lado de mi habitación, estaría Katie, probablemente dormida, o, quizás con suerte como yo, dando vueltas de un lado a otro buscando cualquier excusa para, en un intento valiente, ir a la habitación de la otra, abrir la puerta, y simplemente dormir junto a la persona indicada.
Por supuesto, eso, no ocurrió.
Nadie se atrevía y a atravesar esa puerta, por pequeña experiencia, por mi parte, tenía profundamente invadir un espacio que, quizás, en estos momentos no estaría del todo bien, pues aún estando detrás de una pared, ahí, esperando, sabía perfectamente que Katie, y es muy probable, estuviese en una situación que muy lejos de ser perfecta, sería inmersa en sus propios pensamientos, seguramente, incluso algo destructivos.
Era cierto que no la conocía lo suficiente como Iara juzgar, que tampoco sabía exactamente que pensaba, y que, muchas veces cuando hablábamos, la mitad de las cosas ni las entendía, pero, soy de esas personas que calla para observar, y si pude ver algo más allá de su carácter, es que Katie es tan reservada como sensible, esa fachada de dura, de mujer de oro, estaba reflejada de puertas para fuera, dentro era un osito blandito con el que había que tener mucho cuidado para no dañarlo.
Es por ello que no fui. Dejándola en su espacio personal a las seis de la mañana solo el despertador, justo en ese instante en el que comenzaba a dormirme porque los ojos, luchando por abrirse, y perdiendo ante la batalla, apenas era como conscientes de la profunda noche que albergaba el día tras las ventanas. Lo único que iluminaba un poco, y para ser sinceros, no demasiado, era la luz de la luna, la única que parecía no querer esconderse. Como todas las mañanas, bostecé sentada en los pies de mi cama, estire mis piernas y brazos, y notando el peso de todo mi cuerpo camine hasta el baño. La ducha era uno de mis manjares mañaneros, no solo despertarme con la suave caricia de las gotas de agua cayendo por mi piel, si no, que ademas, la calidez tan increíble que está dedica en tan poco tiempo.
Cogí varias telas que había dejado preparadas la noche anterior, en realidad eran para Katie, impresionarla, en mi mente manejaba la imagen, la idea, de que quizás un día viniera Katie a buscarme al trabajo, y, por suerte para mi, estaría vestida con las mejores galas, simples, pero que más resaltaban mi cuerpo, ella se quedaría pasmada, sonreiría con vergüenza, y nos iríamos a la playa, o quizás a algún sitio a tomar algo, solas ella y yo.
Pero, era eso, un sueño, un pensamiento que jugaba una mala pasada en este momento, porque no era el momento adecuado. Descartando la idea, desayune notando como los párpados prácticamente, se cerraban solo y, luchaban ferozmente, por mantenerse abiertos.
Con la cuchara llena de bolitas de chocolate y pequeñas gotas cayendo contra el bol azul que mi madre me regaló, pasaba vídeos y más vídeos, buscaba algo interesante, algo que quizás, con muchísima suerte, me despertara del mayor pesar de vivir en Estados Unidos, los horarios. Unos horarios horribles en los que al mirar por la ventana, te recordabas a ti mismo, por un ápice de esperanza, que todo merecía la pena.
También, e de confesar, esperaba impaciente que tras la hora que era, las siete menos cuarto, Katie se levantará por fin.
Y si, paso, por supuesto que paso. Solo escuchar el pequeño chirrido la puerta, provocó en mi, una tensión que se mantenía en mi espalda, como si dos maños invisibles, estuviesen apretando con fuerza mis hombros.
La morena de ojos claros no tardó mucho en aparecer, vestida con albornoz que, debí guardar en algún sitio sin acordarme ni siquiera de su existencia. Tenía el rostro cansado, agotado, unas ojeras tan marcadas, que incluso, parecía enferma. Yo solo podía mirarla, apenas hablar, ni tocar la cuchara que ahora, descansaba apoyada en el bol azul.
—Buenos días. Su voz, sonaba más dura que de costumbre, o, quizás, a lo que yo estaba acostumbrada. —Muchas gracias por el desayuno. —Se sentó conmigo, cerca, y sonrió levemente probando los huevos y el bacon que a mi, personalmente, me estaban revolviendo el estómago al no estar acostumbrada. —¿Vas a trabajar?
Solo pude asentir, tristemente, no sabía como actuar, por un lado quería besarla y dedicarle ese tiempo, únicamente a ella, por otro... quería estar lejos, en el fondo sabía que cualquier paso, podría separarnos más. Katie, con sus ojos verdes, me miraba de una forma difícil de explicar, pero, tan intensa que débilmente tuve que evadir esa mirada que solo me estaba congelando aún más.
Por un instante, pensé en levantarme, dejarle ese espacio que por muy lejos que estuvieses, se notaba que necesitaba, pero, muy para mi sorpresa agarró la mano que tenía encima de la mesa, la acarició tan dulce, que yo solo pude sonreír intensamente.
—Tú no has hecho nada, quiero que eso lo tengas en cuenta en cada momento, me haces sentir tan diferente que eso, solo eso, una simple mirada, envuelve el mundo que tengo al rededor, del cual sacar cosas buenas son familia, amigos y por supuesto mis pequeños y fieles perretes. Antes de que llegaras pensaba que era esa mujer, esa mujer hipersexualizada, que incluso no sabía hacer nada más que poner a unos cuantos adolescentes en sus noches más solitarias. Y llegaste tú, que con una simple mirada me dijiste tanto, probablemente sin querer, sin darte cuenta, no miraste mi cuerpo, no te hizo falta, ni miraste mi edad, ni siquiera que era Katie, miraste a esa Katie de Irlanda, esa que no era conocida, esa que se mantenía en las sombras mientras ayudaba a los actores a ponerse sus ropas... —Hablaba muy despacio, nerviosa, pero sin soltarme, por ello, me mantuve en silencio. —Miraste algo que nadie mira desde hace años, porque esa Katie no les interesa, les interesa la actriz, la que se pone vestidos súper escotados, la que parece súper dura. Por eso sigo aquí, por eso me pase lo que me pase, agradezco que me dejes mi espacio, pero... —Levantò la vista. —No necesito ese espacio, me encanta que entre tú y yo no haya espacios, y lo único que de verdad me da miedo, es que... después de cuarenta años, salgo del armario, no públicamente, pero créeme que no me importa hacerlo, lo único de lo que tengo miedo es no ser suficiente para ti.
⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️ Muchas gracias por leer gente, me encanta que os encante, hacía bastante que no sabía capítulos, pero el tiempo, por desgracia, son 24 horas, yo necesito 75, ojalá fuese vampiro para no tener que dormir 😂😂 espero que os haya gustado y que lo disfrutéis ! Y que estéis pasando unas vacaciones de verano flipantes !!!
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