*IV

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Después de algunas horas de largo viaje en aquel elegante carruaje, por fin habíamos llegado a Detroit.

La ciudad era hermosa y muy grande, todos vestían de forma elegante mientras caminaban por las largas calles lujosas y limpias del lugar.

Las personas se veían de estatus muy altos.
Por ejemplo las mujeres lucían hermosos vestidos de colores pastel junto con accesorios y sombrillas que acompañaban y combinaban a la perfección su vestimenta.

Los hombres tampoco se quedaban atrás, también vestían trajes elegantes y muy finos hechos a la medida, con sombreros y relojes caros, justo como Sr. Anderson.

Todo era impresionante especialmente la cantidad enorme y variable de locales, establecimientos y casas tan bonitas que había.

Vendían de todo lo que pudiera imaginar joyería, vestidos, accesorios, listones, hasta había una tienda de mascotas.

Era bellísimo, y en lo único que podía pensar en ese momento, era en la infinidad de trabajos en lo que podía ocupar en la cuidad para vivir.
Aún si fuera limpiando zapatos, le estaría limpiando los zapatos a la gente más fina del mundo.

-Esto es increíble, jamás había visto una cuidad tan hermosa en mi vida, bueno jamás había visto una cuidad.

-¿Te gusta?- Pregunto animado.

-¡Me encanta, es magnífica! Definitivamente debí venir a trabajar aquí desde hace mucho tiempo, hubiéramos tenido una mejor vida y sobre todo estaría trabajando para las personas más ricas del lugar.

Sr. Anderson no contesto, tan embobado estaba yo en ver la cuidad por la ventana, que no pude ver sus expresiones ni como sus ojos me miraban.

-Por suerte, no tendrás que preocuparte por eso nunca más.- Dijo en un susurro que no logré escuchar.

-Perdón ¿Dijo algo?

-Bueno, la verdad es que...no es tan magnífica una vez que vives aquí después de tanto tiempo.

-¿De qué habla?

-Por mucho tiempo especialmente después de todos los casos en los que trabaje como detective, me puede dar cuenta cuan cruel y clasista es está sociedad. Así que aprende esto muchacho, entre más dinero más selección social.

Su comentario me dejó pensando unos momentos.

-Pero hey, no quiero bajarte el ánimo, disfruta la cuidad yo ya lo eh echo por 20 años, además quiero llevarte a un lugar especial.

Seguimos recorriendo unos minutos las grandes calles de la ciudad hasta que paramos en un establecimiento.
Era la oficina postal y era enorme que hasta parecía un castillo.

-Tengo que recoger unos documentos y cartas, quédate aquí un momento, volveré lo antes posible.

Obedecí, viendo como bajaba del carruaje para dirigirse a la bellísima oficina postal.

Me quedé esperando unos momentos mientras seguía apreciando cómo la gente salía de locales.

Ni siquiera parecían sorprendidos por el carruaje que nos transportaba, porque muchos más eran iguales al nuestro, incluso los caballos parecían tener más elegancia que yo.

Repentinamente la puerta del carruaje se abrió, Sr. Anderson había vuelto.

-Connor ven conmigo, quiero llevarte a un lugar.

Bajé del carruaje algo adolorido de las piernas por estar tanto tiempo sentado, pero una vez fuera tenía tantas emociones que no podía procesar.

Por fin estaba en Detroit, jamás había estado en otro lugar que no fuera Jericó.

La Herencia del Alfa~💙Hannor💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora